jueves, 10 de mayo de 2018

EL CONDE ARNAU


COMTE L'ARNAU 
V.O. CATALÁN:

La versió històrica del personatge el fa membre de la família dels Mataplana i senyor d'aquesta baronia, que dominava bona part del Ripollès i que era senyora dels castells d'aquest nom i dels de Solans, de Sant Amanç o Amand, de Castellar i de Blancafort o de les Dames.
Castell de Mataplana, amb l'ermita de Sant Joan estaven vinculats al castell del mateix nom a Gombrèn i tenen com a primer membre documentat Hug I de Mataplana (1076-1089). 



Al segle XII els Mataplana tingueren sota el seu vassallatge els vescomtes de Berguedà, fet que indica el poder que tenien. Hug IV de Mataplana (senyor entre 1172 i 1197), rendí vassallatge a Alfons I de Catalunya-Aragó i el succeí un altre Hug, anomenat Hug V de Mataplana, que participà en la conquesta de Mallorca i morí lluitant el 1229 a la batalla de Portopí. Un altre Hug de Mataplana (Gombrèn-Saragossa 1291) fou conseller dels reis Jaume I, Pere II i Alfons II d'Aragó i bisbe de Saragossa el 1289, on coronà el rei Jaume el Just (1291). Una dama de la família, Blanca de Mataplana (morta el 1290), es vinculà en matrimoni amb la família noble dels Urtx. Hug VII de Mataplana (mort el 1328) esdevingué comte de Pallars Sobirà pel seu casament amb la comtessa Sibil·la I, iniciant la dinastia comtal dels Mataplana del Pallars. El 1320 la família deixà el castell originari i s'instal·là en un palau a la Pobla de Lillet. Curiosament, el 1373 la senyoria fou adquirida per Pere Galceran de Pinós, fet que concorda amb la llegenda que explica que la vídua del Comte va vendre el seu patrimoni a aquesta altra família de la noblesa catalana.
Però seguint amb el Comte, se suposa que visqué durant la primera meitat del segle XIV, puix que hom troba un testament seu atorgat el 15 de juliol de 1353. El mestre Milà i Fontanals el creu fundador d'una pagesia ripollesa existent el segle XV, anomenada Pernal o Pernau; aquesta masia fou fundada per un tal Pere Arnau, pagès. Així, doncs, segons l'opinió del mestre Milà, aquests dos personatges devien ésser-ne un de sol. Aquest Arnau, de personalitat imprecisa, sembla que fou nét de Blanca d'Urgió o Blanca de N'Hug, senyora del castell de les Dames o de Blancafort, que el 1278 va fer renúncia dels seus drets senyorials a favor dels seus vassalls. 


El seu nét Arnau de N'Hug va tenir fortes qüestions amb l'abat del monestir de Ripoll sobre els límits jurisdiccionals del monestir i la baronia i va tornar a imposar els mals usos feudals als vassalls. Ha estat identificat erròniament amb el comte de Pallars, senyor de Mataplana, que ja hem mencionat, o amb Arnau, un despòtic senyor del castell de Montmur (Noguera), que abusà de la filla del vescomte d'Albesa, i aquesta el maleí, condemnant-lo a vagar mentre restés una sola pedra del castell i per això ronda de nits per les seves runes.

TRADUCCIÓN:


EL CONDE ARNAU 

La versión histórica del personaje lo hace miembro de la familia Mataplana y señor de esta baronía, que dominaba buena parte del Ripollés y que era señora de los castillos de este nombre y los de Solans, de Sant Amanç o Amand, de Castellar y de Blancafort o de las Damas.

Los Mataplana estaban vinculados al castillo del mismo nombre en Gombrèn y tienen como primer miembro documentado Hugo I de Mataplana (1076-1089). En el siglo XII los Mataplana tuvieron bajo su vasallaje los vizcondes de Berguedá, lo que indica el poder que tenían. Hugo IV de Mataplana (señor entre 1172 y 1197), rindió vasallaje a Alfonso II de Aragón y lo sucedió otro Hugo, llamado Hugo V de Mataplana, que participó en la conquista de Mallorca y murió luchando en 1229 en la batalla de Portopí. Otro Hugo de Mataplana (Gombrèn-Zaragoza 1291) fue consejero de los reyes Jaime I, Pedro II y Alfonso II de Aragón y obispo de Zaragoza en 1289, donde coronó al rey Jaime II (1291). Una dama de la familia, Blanca de Mataplana (fallecida en 1290), se vinculó en matrimonio con la familia noble de los Urtx. Hugo VII de Mataplana (muerto en 1328) se convirtió en conde de Pallars Sobirà por su boda con la condesa Sibila I, iniciando la dinastía condal de los Mataplana del Pallars. En 1320 la familia dejó el castillo originario y se instaló en un palacio en La Pobla de Lillet. Curiosamente, en 1373 la señoría fue adquirida por Pere Galceran de Pinós, lo que concuerda con la leyenda que explica que la viuda del Conde vendió su patrimonio a esta otra familia de la nobleza catalana.
Pero siguiendo con el Conde, se supone que vivió durante la primera mitad del siglo XIV, ya que se encuentra un testamento su otorgado el 15 de julio de 1353. El maestro Manuel Milá y Fontanals lo cree fundador de un campesinado ripollés existente el siglo XV, llamada Pernal o Pernau; esta masía fue fundada por un tal Pere Arnau, campesino. Así pues, en opinión del maestro Milá, estos dos personajes debían ser uno solo. Este Arnau, de personalidad imprecisa, parece que fue nieto de Blanca de urgió o Blanca de N'Hug, señora del castillo de las Damas o de Blancafort, que en 1278 hizo renuncia de sus derechos señoriales a favor de sus vasallos. Su nieto Arnau de N'Hug tuvo fuertes cuestiones con el abad del monasterio de Ripoll sobre los límites jurisdiccionales del monasterio y la baronía y volvió a imponer los malos usos feudales a los vasallos. Ha sido identificado erróneamente con el conde de Pallars, señor de Mataplana, que ya hemos mencionado, o con Arnau, un despótico señor del castillo de Montmur (Noguera), que abusó de la hija del vizconde de Albesa, y esta le maldijo, condenándolo a vagar mientras quedara una sola piedra del castillo y por eso ronda de noches por sus ruinas.
Es difícil averiguar si se trata de un personaje verdaderamente histórico o si su figura es simplemente legendaria. Sea como sea considerada desde un punto de vista tradicional, la leyenda es universal y cae dentro del ciclo de aquellas que nos describen almas más o menos sacrílegas condenadas a vagar eternamente en castigo por los pecados cometidos. El conde del Arnau tiene muchos puntos de contacto con el héroe del norte de Francia conocido como Hellequin, Harlequin, Hielequin, Hölle-Koenig o Hernequin, nombre que se escribe de maneras diferentes. Se considera el personaje Hernequin o Hellequin del mito de la cacería salvaje como origen del arlequín de la farsa.
Se cree equivalente también nuestro Arnau con un conde de Borgoña llamado Arnold, personaje que unos consideran histórico mientras que otros lo creen eminentemente legendario, que vivió en el siglo XIII y se le supone nieto y enemigo del conde Arnold el Grande de Borgoña y marqués de Flandes que floreció entre los años 918 y 965. El héroe de quien hablamos combatió contra los agarenos y gentiles que invadían su país, como el nuestro Conde, y murió en la pelea junto con su esposa, llamada Berta y su hijo. El héroe, al sentirse herido, se refugió en la abadía de Samer y pudo llegar hasta el pie del altar, donde cayó muerto. La gente de la región lo consideran como el héroe de la reconquista del país, y de noches, similar a nuestro Conde, lo ven volar por los aires seguido de la lista de los guerreros y de su esposa Berta. Se reproduce la lucha con los moros y se oye el ruido de la brega y el embate de la batalla, que a veces se convierte en una cacería loca y desenfrenada dirigida por el conde Arnold. La caza de la llamada reina Berta es tradicional por diferentes regiones nórdicas. Evidentemente, el conde Arnold de la Borgoña, medio histórico y medio legendario, tiene muchos puntos de contacto con nuestro conde Arnau, de gran fuerza legendaria y sin una verdadera base histórica hasta ahora conocida.
En dicha leyenda del conde l'Arnau destacan tres aspectos:
1 - El del héroe de la reconquista, que también reúne Hernequin, que le da rango de personaje de gesta y que lo hace entrar en una jerarquía de héroes común a todos los legendarios.
2 - Otro aspecto es el del señor feudal despótico con sus vasallos y de costumbres licenciosas y libertinos, aspectos que lo sitúan en otro ciclo universal de cuentos.
3 - Un tercero es el de sacrílego sin escrúpulos ni remordimientos, enemigo del cielo y amigo del diablo, condenado a vagar eternamente en castigo de sus profanaciones.
Como alma dañada, la leyenda del Conde se confunde con el Mal Cazador, con la relación del cual se entronca a buen seguro por el detalle de tener que vagar eternamente. Hay quien siente pasar el Conde seguido de una llorigada de perros que manchas y suena y que le siguen raudos en su loco caminar. Se le cree cazador encarnizado, aunque la tradición casi ni menciona que sintiera la pasión de la caza. Hay quien le exculpa aduciendo que Arnau de Mataplana fue obligado a casarse a los quince años con Elvira, quien le doblaba la edad y era carente de atractivo, por lo que la dejó, atraído por Riquilda o Adelaisa, que la vez fue obligada a profesar en el monasterio de Sant Joan de les Abadesses. Riquilda o Adelaisa murió, y el conde Arnau, una noche de tormenta, robó su cadáver y, cabalgando loco con su cuerpo en brazos, al despeñarse en un risco. Y, en noches de tormenta, algunos comarcanos del Ripollès ven, o creen ver, a la luz de los relámpagos, el excitado corcel de fuego corriendo por los aires.
La tradición de la caza infernal es bien universal y su malogrado héroe es conocido con nombres muy diferentes, según los pueblos: Ribaud, Galerie, Hollifernes, Geletnien, Treschutz, el gran rey Arturo, héroe de la mesa redonda; hopera, Bodet el ya referido Hellequin, que Dante Alighieri convierte en Alicgino y hace figurar entre los condenados de la Divina Comedia. La misteriosa cabalgata del conde Arnau remite a los mitos de la festividad de San Juan, noche en que, al punto de las doce, el noble sale del agujero de San Huevo montado en un caballo negro que escupe fuego por la nariz todo escapando de el infierno.
Viene seguido de unos perros y de una tropa de condenados que corren tras su locamente, malditos por la eternidad a perseguir una presa inalcanzable. Por miedo a encontrarse con la llodrigada del conde nadie se atrevía a salir de noche por las comarcas ripollesas, pues se decía que quien se topaba con la maléfica procesión quedaba también encantado y condenado a correr poseso tras el conde del Arnau . Este mito tiene similitudes palpables en otros, como el de la Santa Compaña gallega o la persecución bretona del rey Arturo.
Entre los héroes de la cacería infernal también hay mujeres. Ya nos hemos referido a la reina Berta. Para las regiones nórdicas conocen una dama, Hold, y los pueblos germánicos ven dar vueltas por el cielo Frau Gauden, seguida de veintiún cuatro hijas estribillos perros. Cuentan que la dama Gauden tenía una pasión loca por la caza y, como ella, sus hijas. Llevadas por su afán, un día la madre dijo que ojalá pudiera cazar para siempre y las chicas manifestaron el mismo deseo. Y el Cielo satisfizo su voluntad: condenó la madre a cazar eternamente seguida de las hijas estribillos perros, que nunca la dejan. La noche de San Silvestre, si encuentran una casa abierta, entran y dejan un perrito dentro de los fogones o junto al hogar. Una campesina descubrió la manera de saber si los perritos eran o no de buen ser. Puso cerveza en una cáscara de huevo. El perrito, sorprendido, dijo que, pese a ser muy, muy viejo, nunca había visto algo parecido. Y, dicho esto, subió por la chimenea y huyó. Obró como "el hijo del diablo" de nuestra rondalla así llamada.
El rey Arturo, el caballero de la mesa redonda, está condenado a cazar eternamente por los bosques de Inglaterra y de Bretaña, especialmente para las tierras más inmediatas a Finisterre. Va seguido de un gran ejército de sirvientes que continuamente hacen sonar el cuerno y atizan los perros y los caballos en la carrera desenfrenada, pero sólo puede cazar una miserable mosca cada siete años.
Los vecinos de Frankfurt creen que las ruinas del cercano castillo de Fudenstein son habitadas por un cazador que sólo sale momentos antes de estallar una guerra, de la que viene a ser el anuncio o agüero. Lleva un largo cortejo de carruajes que, al rodar ilusoriamente por el espacio, producen una gran ruido que asusta a la gente, angustiosa de lo que pasará.
En nuestro país mismo, además del Mal Cazador hay diferentes personajes condenados a cazar eternamente como expiación de varios sacrilegios. El caballero Fernando, muy conocido en la Cerdanya, que abandonó la misa para perseguir una liebre blanca y el monaguillo le dijo: <<Detureu-vos y adoráis Déu.>> - Él respondió: <<Ni que me lo pidiera Dios no me detiene>> .- El cazador negro, que azotó el sacerdote porque le quería hacer escuchar el sermón y él prefería ir a cazar. El cazador del Montseny, que el día de la fiesta mayor de Santa Fe, para poder volver más bien a la caza, ni se arrodilló. Los cazadores del rey, que pasaron más de un mes sin cazar nada y al atardecer de la víspera de Corpus vieron una liebre blanca, grande como un rebeco, y, afanosos de cazar para que el rey estuviera contento , no fueron a dormir ni respetaron la santidad de la fiesta, y todo el día siguiente cazaron, y cada vez que se solemnizar el Sacramento ponían en marcha un rasgo que retumbaba por todo el espacio. El cazador del Montnegre, que rodea por las Gavarres, en medio del ruido propia de los demás cazadores infernales, cuando pasa se oye el gemido de la pobre mujer que raptó de las vallas de la plaza de Dosrius.
La víspera del Día de Reyes se siente pasar también el rey Herodes cazando a la desesperada y seguido de un grupo de almas en pena. La tradición de los amores sacrílegos con una monja del convento de Sant Joan de les Abadesses y del de Sant Amanç, es muy popular por todo el dominio de la leyenda.
La personalización en la princesa Adelaisa, o Adelaisa, es seguramente de origen erudito y no ha llegado paso al pueblo. Esta dama era hija del conde de Barcelona Suñer I y de su esposa Riquilda y hermana de Borrell II y Miró I. Fue casada con el conde de Urgell Sigifredo. Quedó viuda y tomó hábitos el 15 de agosto del 950, por propia vocación de monja. Fue abadesa durante cuatro años y renunció a la abadía porque su humildad la inclinaba más a creer que a mandar.
Tras la derrota de Barcelona por los moros y de la destrucción del cenobio benedictino de Sant Pere de les Puelles, del que la tradición nos cuenta una leyenda muy bella, el conde Borrell, hermano de Adelaisa, le mandó que tomara el abaciado del convento de Barcelona en sustitución de la abadesa matriz, que los moros habían hecho prisionera y conducido a Mallorca. Esto fue en el año 986. Adelaisa vivió, por tanto, cuatro siglos antes del conde Arnau pseudo-histórico que se supone héroe de la leyenda. En la versión de Maragall, Adelaisa, abadesa de San Juan, interpone entre el conde Arnau y ella el Santo Cristo. Pero el Conde la posee y le hace un hijo, él sigue su carrera imparable y ella muere.
El conde Bernat Tallaferro, conde y señor de Besalú, era hermano de la abadesa de San Juan y, por envidias territoriales sobre los dominios del convento acusó a la comunidad de disoluta y licenciosa. El Papa Benedicto VIII llamó la madre abadesa en Roma, pero no compareció, y la comunidad fue condenada por rebelión mediante la publicación de una bula disolviendo la comunidad de monjas de San Juan, calificada de meretrices de Venus.
En cuanto a la esposa del supuesto conde Arnau, Elvira Apillars, hizo renuncia de todos sus bienes a favor de la Iglesia en el año 1357, ante el obispo de Vich, Pau Gorguera.
La leyenda está extendida por todo el Ripollés, por el Llusanés, por parte del Berguedá y llega con más o menos intensidad hasta buena parte de la Plana de Vich. Se encuentra desde la Pobla de Lillet hasta Sant Quirze y desde Camprodon en la misma ciudad de Vich. La canción tiene un dominio mucho más amplio. Contaba el maestro Felipe Pedrell, que era tortosino, que su madre la empleaba como canción de cuna. Una mujercita de Prades, que hace unos cuantos años que la cantaba, le llamaba "La Jaia Arnavat", con referencia a la esposa del Conde, y enseñaba la casa donde vivían los protagonistas, que se encontraba tres o cuatro calles más allá de la suya.
También se encuentran variantes en Mallorca. La danza de Campdevànol pertenece al grupo de danzas en el curso de las cuales se rocía las bailadoras con agua aromática, riega el suelo o esparce agua o cualquier otro líquido por uno u otro sistema. Estas danzas, consideradas etnogràficament, parecen ser restos de ceremonias primitivas de tipo mágico y carácter agrícola encaminadas a provocar la lluvia, la cual se trataba de imitar rociando inicialmente el suelo y más tarde las danzantes, gesto que quería imitar el acto de la lluvia, la cual se trataba de obtener por efecto de magia simpática. La figura final de la corro se encuentra por diferentes pueblos pirenaicos, sobre todo por Navarra. El levantamiento de las trabajadoras parece responder también a un simbolismo mágico por el que se trataba de imitar y obtener el crecimiento de los vegetales. También parecen incluir este sentido los castillos de los Xiquets de Valls, los cuales también hay restos por las comarcas pirenaicas, y, asimismo, las otras figuras de danza en el que unos ballaires suben o se encaraman sobre los demás. En la versión mallorquina del conde Arnau, o Comte Mal, involucra a un personaje real: Ramon Safortesa Pacs-Fuster de Vilallonga y Nieto, segundo conde de Formiguera (1627-1694), señor de las antiguas caballerías de Hero, Santa Margarita, Alcudiola, María, Puigblanc, Castellet y Cerrar. Violento y vinculado al bandidaje, a quien el pueblo mallorquín miraba con rencor, le llevó aquella vida a acomodarse a la leyenda lóbrega del conde Arnau. Era de un carácter político y social muy acusado.

Fuentes:
https://ca.wikipedia.org/wiki/Comte_l%27Arnau