sábado, 10 de marzo de 2018

LA PRUEBA DEL TRIPLE FILTRO Y LAS ÓRDENES NEOTEMPLARIAS

¿Qué es la prueba del “triple filtro”..?? .
Dicen que un día se acercó a Sócrates otro filósofo y le dijo:
- “Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?”
- “Un momento” respondió Sócrates. “Antes de decirme nada me gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del triple filtro”.
- “¿Triple filtro?”
- “Eso es”, continuó Sócrates. “Antes de contarme lo que sea sobre mí alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo que vayas a decirme. El primer filtro es el de la VERDAD. ¿Estás completamente seguro que lo que vas a decirme es cierto?“
- “No, me acabo de enterar y…”
- “Bien”, dijo Sócrates. “Así que no sabes si es cierto lo que quieres contarme. Veamos el segundo filtro, que es el de la BONDAD. ¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?“
- “No. Todo lo contrario…”
- “Con que” le interrumpió Sócrates, “quieres contarme algo malo de él, que no sabes siquiera si es cierto. Aún puedes pasar la prueba, pues queda un tercer filtro: el filtro de la UTILIDAD. ¿Me va a ser útil esto que me quieres contar de mi alumno?“
- “No. No mucho.”
- “Por lo tanto” concluyó Sócrates, “si lo que quieres contarme puede no ser cierto, no es bueno, ni es útil, ¿para qué contarlo?”.
Por lo que siguiendo el consejo de Sócrates, también nosotros podríamos hacer una prueba del “triple filtro” antes de llamar a la puerta de cualquiera de la organizaciones denominadas templarias afincadas en España...
El primer filtro sería huir de cualquier organización, asociación, fundación u otra forma jurídica que, definiéndose como templaria, haga un uso ostentoso de uniformes, condecoraciones, títulos, nombramientos, tratamientos, etc. Sin duda nada más alejado del Temple que la pompa y la majestuosidad, la Orden del Temple podría ser rica y poderosa, pero sus miembros tenían voto de pobreza, no destacaban nunca por nada más que sus convicciones y una vez formaban parte de ella dejaban a un lado la vida y los lujos de su origen social.
Sin duda el segundo filtro sería apartarse de cualquier organización, asociación, fundación u otra forma jurídica, definiéndose como templaria, que se atribuya ser la legítima heredera de la Orden del Temple. Sencillamente porque no es verdad y si ya antes de entrar te mienten, malo.
Nada más falso que esta afirmación, pero de la que tanto se hace gala por parte de la gran mayoría de estas organizaciones. Por mucho que se nos jure y perjure, por muchos documentos que nos enseñen y por muchos pergaminos a los que se haga referencia, una cosa sí está clara, ninguna organización actual que se denomine templaria puede justificar ser la sucesora de la Orden del Temple.
Y por último, el tercer filtro y más importante que debemos hacer antes de dar el paso para solicitar el ingreso en cualquiera de estas organizaciones, es salir huyendo de aquellas que se atrevan a afirmar que están reconocidas por la Iglesia Católica. Esto sencillamente es mentira, como así lo manifestaba públicamente hace pocos meses la Santa Sede con unas aclaraciones respecto de las Órdenes de Caballería.
En ellas la Secretaría de Estado del Vaticano, en respuesta a las frecuentes peticiones de información sobre la posición de la Santa Sede ante las Órdenes de Caballería dedicadas a Santos o con títulos sagrados, considera oportuno reiterar lo que ya fue publicado anteriormente:
Además de las propias Órdenes de Caballería (Suprema Orden de Cristo, Orden de la Espuela de Oro, Orden Piana, Orden de San Gregorio Magno y Orden de San Silvestre Papa), la Santa Sede reconoce y tutela solamente a la Soberana Orden Militar de Malta -también conocida como Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta- y a la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, y no tiene intención de hacer innovaciones en este sentido.
Todas las otras “Órdenes” -sean de nueva institución o derivadas de las medievales- no son reconocidas por la Santa Sede, no pudiendo la misma hacerse garante de su legitimidad histórica y jurídica, de sus finalidades y de sus sistemas organizativos.
Para evitar equívocos desgraciadamente posibles, también a causa de la expedición ilícita de documentos y del uso indebido de lugares sagrados, y para impedir que se sucedan abusos que después resultan dañinos para muchas personas de buena fe, la Santa Sede confirma que no atribuye ningún valor a los diplomas de caballería y a las correspondientes insignias que sean expedidas por asociaciones no reconocidas, y no considera apropiado el uso de las iglesias y capillas para las llamadas “ceremonias de investidura”.
Seguramente, cuando pasemos este “triple filtro”, nos encontraremos con un grupo tan reducido de organizaciones que lo pasan, que nos sobrarían los dedos de una mano.
Nos encontraríamos así con otro tipo de organizaciones, asociaciones, fundaciones u otra forma jurídica que, definiéndose como templarias, lo hacen alejadas de toda ostentación, sabiendo que no son las sucesoras del Temple, reconocidas por la Iglesia como asociaciones de fieles, y con ganas de trabajar e implicarse más activamente con la defensa de la libertad religiosa y los derechos de los cristianos en cualquier parte del mundo.
A pesar de ello, concientes de una realidad y unos hechos históricos, se constituyen para integrar a todas aquellas personas de bien que creen que la gran mayoría de los fines de la Orden del Temple de antaño, adaptados a la realidad de muchos siglos después, son válidos. Ahí están los cristianos que aún residen en Tierra Santa y que, como antaño lo hizo la Orden del Temple, necesitan del apoyo de sus hermanos de Occidente.
Estas serían las únicas organizaciones, aunque pequeñas, que trabajarían silenciosas y modestamente por dignificar el nombre de la Orden del Temple y restablecer el honor de los templarios. Sin duda un trabajo difícil, que costará muchos años conseguir, pero por el que merece trabajar.

8 / MARZO / 2018

JMZ