sábado, 11 de noviembre de 2017

IGLESIA DEL SALVADOR

UNA GRAN SORPRESA EN EL TOLEDO MEDIEVAL
DE LA EDIFICACIÓN SOBRE UNA MEZQUITA AL PASO DE UNA REINA CATALANA Y EL BAUTIZO DE JUANA I DE CASTILLA
EL EDIFICIO
El templo de San Salvador es una de las iglesias medievales con más restos entre sus muros distintos procedentes de edificios tardorromanos y visigodos. Desde el s.IX fue una mezquita, orientada al sureste. Conserva una torre de campanas sobre el primitivo alminar de mezquita, restos de un patio con arcos árabes sobre cementerio cristiano y sobre todo, una pilastra única de época paleocristiana o visigoda, con escenas de la vida de Cristo. En el reinado de Alfonso VII (siglo XII) se convierte en Iglesia dedicada a San Salvador.
ARQUITECTURA
¿Templo romano, basílica visigoda?
No ha podido demostrarse la existencia de un edificio anterior a la mezquita, puesto que el nivel de excavación no ha llegado a profundizar en el sustrato visigodo o romano. Sin embargo, sorprende la gran cantidad de relieves visigodos formando cenefas y cornisas romanas embutidas en los muros.
La primitiva mezquita
Puede considerarse la más antigua de la ciudad por los aparejos y los restos conservados, y la segunda en importancia, pues se convirtió en mezquita aljama tras la consagración como iglesia de la mezquita mayor en el solar de la actual Catedral en el año 1085, tras la conquista de Toledo por Alfonso VI. Los restos de la arquería antigua de arcos de herradura con una piedra caliza en la clave, característicos del arte califal, junto al alminar cuyo aparejo se asemeja al primer alminar de la mezquita de Córdoba, demuestran una datación temprana en la primera mitad del siglo IX.
La arquería musulmana
Posteriormente, como atestigua una inscripción en la Capilla de Santa Catalina, en el siglo XI se construye una nave, más que una simple reforma se cree que fue más bien una ampliación del espacio por haberse convertido en mezquita principal. En 1950 esta arquería de arcos de herradura que apoyan sobre 6 capiteles romanos reaprovechados y una pilastra visigoda, fue reconstruida sobre los arcos originales de los extremos
ARQUEOLOGÍA
Descubrimientos arqueológicos
La última década de su historia se ha sometido a distintos procesos de investigación arqueológica, con la excavación del patio parroquial, la recuperación del paramento primitivo de la torre, tapado por las reformas medievales y barrocas, el estudio de los muros del interior y finalmente la excavación arqueológica de las naves del evangelio y central descubriéndose la primitiva planta de la mezquita original del siglo IX, con su recinto alrededor conteniendo un patio con aljibe y sus puertas diferenciadas, así como la constatación en cimientos y muros de la ampliación documentada en el siglo XI y consistente en adición de toda una nave cuya base está en la arquería actual de arcos de herradura.
Enterramientos en la iglesia
Una referencia documental de 1.159 nos transmite la noticia de su conversión en iglesia en el reinado de Alfonso VII:
“Prisieron Cristianos la Iglesia de San salvador de Moros el día de S. Juan Baptista”.
Tras su conversión en iglesia en 1145 se detectan intervenciones hasta finales del s. XV en un tercer tipo de fábrica característica del periodo mudéjar, encontrando los primeros cambios estructurales en la creación del presbiterio y las capillas laterales fechadas a finales del siglo XV. Como medio de legitimar el edificio, tanto el interior como el entorno, comienza a utilizarse como espacio funerario desde entonces hasta el siglo XIX. Perduran numerosos restos de tumbas medievales, encajadas en arquitecturas a modo de panteón.
Al reinado de Fernando VII pertenece un enterramiento de un afrancesado con casaca de seda, zapatos con hebillas y monedas de las diferentes fechas de la guerra de la Independencia: de Napoleón, de José Bonaparte y de Fernando VII
El recinto y sus accesos
En el lugar del actual arco de entrada bajo las escaleras de pizarra estuvo el arco de entrada al recinto en el que quedan restos de las jambas en sillería de granito. Los materiales antiguos aquí alcanzan los ocho metros de altura, al igual que en el muro de quibla, mientras en la nave lateral, se han conservado cinco metros del edificio que posiblemente fuese algo mayor en altura. Estas partes contienen el mismo tipo de fábrica. Tras el arco de entrada pudo haber una zona de patio pequeño al que se accedía también por una triple arquería lateral, cuyos restos se encuentran sobre la puerta lateral de la iglesia y cuyos capiteles fueron probablemente reaprovechados en la reconstrucción de la gran arquería de arcos de herradura en 1950. Bajo la nave del evangelio ha aparecido a los pies, lo que parece ser una estructura de pozo con el brocal soterrado y muy descarnado.
El muro de quibla
El más importante de la mezquita que se orienta hacia la Meca, está colocado aquí al sureste. Contiene un mihrab primitivo de planta cuadrada situado en el antiguo presbiterio mudéjar, y tras la ampliación, desviado hacia el centro del muro en el espacio del actual presbiterio.
El patio
Situado en la cabecera del ábside, mediante una arquería, compuesta por tres columnas con capiteles romanos y visigodo, que sustentan cuatro arcos de herradura, en ladrillo, enmarcados por alfices y rematados por una cornisa de canecillos, similar a la de la mezquita del Cristo de la Luz. En el suelo, sobre el estrato anterior romano tardío, se aprecian dos estructuras más antiguas: una almagra y un muro de cierre de los siglos IX-X, similares a una musalla, o elemento para delimitar un espacio sagrado, o una zona de respeto en torno a la mezquita. Siendo iglesia, desde 1180 se convierte en cementerio, en el que se han localizado algunos ajuares, hasta fines del XIV en que se sella con cal y guijarros y se construye el aljibe.
DATACIÓN DE LA MEZQUITA
La segunda Al-Ýami´de Tulaytula
Por sus restos y aparejos es la más antigua mezquita de las conservadas en la ciudad. Con una orientación sureste (con un ángulo de 45º desde el sur), presenta dos etapas constructivas:
La primera en el periodo Omeya (finales del s. VIII – X), con restos en este periodo de una fase Emiral y otra Califal.
Si bien no tenemos evidencias para poder establecer una primera planta en época emiral, aunque no lo descartamos, en el periodo califal la mezquita presentaría una planta rectangular, más larga que ancha de 17,50 metros de longitud, y unos 15,50 m. de anchura, dividida en tres naves, siendo la nave central ligeramente más ancha (algo más de 5 m.) que las laterales (de unos 4 m.), separadas mediante dos arquerías.
La segunda en el periodo Taifa (s. XI) hasta su conversión al culto cristiano en 1145
Existe una lápida de 1041, que conmemora una reforma o ampliación del edificio. Consistió en una ligera ampliación de la mezquita en sentido Noreste quedando el espacio interior distribuido también en tres naves. El edificio presentaría en este periodo una planta rectangular, más larga que ancha (17,50 m. de longitud y 15,40 y 16,30 m. de anchura), quedando la nave del evangelio con las mismas dimensiones (4 m.) y variando la nave central, que se amplía (con algo más de 7,50 m. de anchura) y la nave de la epístola de nueva planta (con 3,80 y 3,40 m. de anchura, máxima y mínima respectivamente). La fábrica en este periodo es de mampostería encintada.
Sala de oración o Haram
de la Antigua Mezquita y su Mirahb
La excavación de la nave central y del Evangelio, ha sacado a la luz además de un potente nivel tardorromano en los muros de cierre de la mezquita, la división interior del antiguo Haram o Sala de Oración de la mezquita omeya, así como su muro de quibla.
La Sala de oración de la mezquita omeya (finales del s. VIII – X) parece se dividía en nueve tramos al igual que la mezquita toledana de Bab al Mardúm del año 999. La mequita taifa (s.XI) estaría distribuida en tres naves, mediante dos arquerías, conservando una de ellas y la cimentación corrida de la arquería desaparecida.
El mirahb de la primera mezquita omeya se encontraba en el muro que hoy cierra la llamada capilla de san Gregorio, creada a principios del siglo XVI en la cabecera de la nave del evangelio, y donde, embutidos en el muro y en la entrada a su cripta, se conservan sarcófagos funerarios antropomorfos. Presenta una planta rectangular de 1,70 m. de longitud x 1 metro de anchura interior, si bien el espacio interior pudo presentar planta semicircular ó poligonal más propio de este periodo. Se han encontrado fragmentos de almagra roja en el interior del mihrab. Gran parte estaría enlucido con los colores califales: el rojo y el blanco.
La segunda mezquita taifa situaba su muro de Quibla y Mihrab en el muro del fondo de la actual capilla mayor, centrado con respecto al acceso principal. Con una altura de 8 metros, conserva restos de la planta cuadrada de 3,10 m. de lado y de la esquina este de piedra de sillería. Presentaría una planta ligeramente rectangular, al exterior (3,20 m. x 2,70 m.)
Del suelo original no queda nada porque posiblemente no tuviera otra cosa que tierra batida con alfombras o esterillas, que sirven para calefactar.
OBRAS CARACTERÍSTICAS
La pilastra visigoda
La pilastra visigoda, para algunos paleocristiana, es una de las piezas más antiguas en las que aparecen representadas 4 escenas de la vida de Cristo, quien a pesar del raspado del rostro por los musulmanes, pude distinguirse por su mayor tamaño y actitudes: Curación del Ciego, Resurrección de Lázaro, Cristo y la Samaritana en el pozo y Curación de la Hemorroísa.
Pieza muy destacada para la historia del arte paleocristiano y visigodo de finales del siglo VI o principios del VII, por contener escenas figurativas algo extraordinario en el arte visigodo. Presenta las habituales decoraciones geométricas y de roleos vegetales alusivas a la Trinidad y a la Eucaristía más cuatro escenas en torno a milagros de Jesús (de arriba abajo): Curación del Ciego, Resurrección de Lázaro, Diálogo con la Samaritana y Curación de la Hemorroísa. De tratamiento tosco y esquemático en los pliegues, presenta los rostros devastados por intervención de los musulmanes.
Las escenas se componen de dos figuras: el protagonista del milagro y Cristo, generalmente de mayor tamaño por su importancia, sobre un fondo en el que apenas se destaca alguna referencia espacial: un arco y muro de piedras tras el ciego, el templete de la tumba de Lázaro, el pozo de la Samaritana en el que se distingue el brocal y el cubo sobre él y otra arquitectura almenada en la Hemorroísa. La figura que toma la iniciativa, está en movimiento a la izquierda y Cristo a la derecha acerca sus dedos al rostro del ciego, extiende su vara de taumaturgo o mago para significar un milagro sobrenatural ante la tumba de Lázaro, se sienta junto al pozo para dialogar sobre el agua viva, o deja sobresalir su manto para que sea tocado por la Hemorroísa que, avergonzada por sufrir flujos de sangre y ser considerada impura, se tapa el rostro con la mano.
Algunas de estas escenas han sido favoritas desde el primer arte cristiano. La antigua oración de la Comendatio Animae o Encomendación del alma, pedía a Jesús Salvador que salvase el alma del difunto como había curado al ciego o resucitado a Lázaro, entre otros milagros. De ahí que aparezcan en los antiguos sepulcros paleocristianos y otros lugares de contexto funerario. Sin duda son pasajes evangélicos seleccionados por la liturgia en las catequesis cuaresmales y prebautismales y por tanto, conocidos por los fieles, por mostrar la potencia salvadora de Cristo. El resto de piezas visigodas repartidas a lo largo de la iglesia están decoradas con roleos y hojas de tres pétalos o trifolias, en las que se ha querido ver una alusión a la Trinidad tras la conversión de Recaredo del arrianismo al catolicismo en el Tercer concilio de Toledo (año 589 )
La capilla de Santa Catalina
D. Fernando Álvarez de Toledo, secretario y del Consejo de los Reyes, reconstruye la iglesia tras el incendio del siglo XV y añade nuevas capillas, entre las que destaca la capilla de Santa Catalina, hoy propiedad de los Condes de Cedillo, por bula del Papa Alejandro VI de 1496. En ella fue bautizada la infanta Juana de Castilla, nacida en las proximidades de la plaza. Entre las obras de arte que custodia destaca el magnífico retablo y la pintura del Calvario del toledano Correa del Vivar con elegantes figuras, blando modelado y color tornasolado, influido por el dibujo minucioso de su maestro Juan de Borgoña, el sentido monumental de Rafael y Leonardo, el dramatismo de Morales y el manierismo de Alonso Berruguete.
Obras artísticas
Preside la Capilla Mayor el pequeño retablo de mediados del siglo XVI, obra de Nicolás de Vergara el Viejo y Bautista Vázquez, con escenas de la infancia de Cristo y vida de la Virgen que glorifican a la Madre del Salvador y que en las últimas décadas estuvo en la Sinagoga de Santa María la Blanca. Destacan otras esculturas barrocas como las imágenes propiedad de la Cofradía del Calvario: el Cristo de la Fe del s. XVII, también reproducido en el panel del ceramista Aguado, y la Virgen del Rosario, talla de vestir del s. XVIII, restaurada en el XX.
Conversión en iglesia: La tormenta y la reina
Los historiadores de la ciudad recogen la tradición medieval que explica que hacia el año 1145, una tremenda tormenta sorprendió a la reina Doña Berenguela de Barcelona, esposa del rey Alfonso VII de Castilla, por las calles de Toledo, teniendo que guarecerse en este edificio, entonces principal mezquita. Como allí se hubieran postrado y hecho oración a Dios, cesando la tormenta, el rey ordenó convertir la mezquita en iglesia bajo la advocación de El Salvador, concretamente en el misterio de la Epifanía o Adoración de los Reyes, en recuerdo del día de su propia coronación en León. También recogen los historiadores el hecho de que sobre el arco de la puerta de acceso se colocó la imagen de la reina Berenguela, hoy desaparecida.
El bautizo de otra reina
En esta iglesia se bautiza a Juana. La que posteriormente es Juana I de Castilla, también llamada Juana la loca.
FUENTES
TOLEDO MONUMENTAL
VICTOR A. PADILLA
FOTOGRAFIAS
VICTOR A. PADILLA