miércoles, 8 de noviembre de 2017

EL LABERINTO DE CHARTRES

 Calendario Lunar.
No es de extrañar que la catedral de Chartres haya llamado tanto la atención a lo largo de su historia. Como un depósito de reliquias sagradas, la catedral ha atraído a peregrinos durante más de 1000 años.
La catedral está construida sobre un antiguo templo druida. Recientes excavaciones arqueológicas han demostrado que la catedral se superpone a la alineación y los cimientos de anteriores edificios romanos. Sin embargo, el tema que nos ocupa – El laberinto del pavimento situado en la nave de la catedral- siempre ha sido una parte muy particular de la catedral de Chartres.
La catedral de Chartres es un edificio de trabajo y un lugar de culto. Normalmente, la nave de la catedral está llena de sillas y una gran parte del laberinto queda tapado por ellas. Sin embargo, es tradición desde hace tiempo en la catedral de quitar las sillas y descubrir el laberinto, para que pueda ser recorrido, en el día de San Juan, el 21 de Junio. En los últimos años las autoridades de la catedral también han promovido un programa para descubrir el laberinto de forma regular todos los viernes durante los meses de verano -por lo general desde Semana Santa hasta Septiembre.
El número de piedras que forman el camino del laberinto proporciona un rompecabezas numérico final. A menudo citado como 270 o 272, muchos consideran esto como un símbolo de la cantidad de días de la gestación humana.
Sin lugar a dudas, una de las características más notables del laberinto de Chartres es el halo de la ornamentación que rodea el circuito exterior del laberinto. Consta de 112 “cúspides”, encerrado dentro de 113 “láminas”. El círculo completo tendría 114 de cada, pero se omiten dos cúspides y una lámina para permitir la entrada al laberinto. Diversamente descritas por diferentes autores como vasos, puntas, clavos, o dientes, la mayoría de los libros recientes sobre el tema se refieren a este sistema único como el de “lunaciones.” Este término sugiere un significado simbólico antiguo , pero ¿cuál es el origen de esta terminología? Inicialmente usado por Keith Critchlow, casi sin darse cuenta, tan recientemente como a principios de 1970 (Critchlow, Carroll y Lee, 1973). Hablando de las 112 cúspides de todo el halo, dice: “Cuando uno divide 112 entre 4 (las divisiones principales de los caminos del laberinto), encontramos que nos da 28. Los días de un mes lunar”. Más tarde sigue hablando, en la misma frase, sobre las “lunaciones” y la “cúspide” y aunque él está hablando de los meses lunares, y no del patrón como tal, la conexión ya está hecha y esta nomenclatura ha sido utilizada desde entonces, especialmente desde que fue popularizada por Artress Lauren en su libro de 1995 “Recorriendo un camino sagrado”. En ese libro, Artress dice: “Algunos creen que el laberinto sirvió como un calendario. Se ofrece un método para el seguimiento de los ciclos lunares de 28 días. Con el uso de este, la Iglesia podría determinar la fecha de la fiesta lunar de la Pascua”.
El mayor problema con esta teoría es que en realidad hay 29,5306 días en un mes promedio sinódico lunar (el tiempo entre las lunas nuevas consecutivas), no 28, y los eruditos y clérigos medievales eran muy conscientes de este número difícil. Ellos crearon complejos sistemas de calendario lunar, con meses alternos de 29 y 30 días, meses adicionales intercalados y días bisiestos, con el fin de realizar un seguimiento de este ciclo para mantener el ciclo lunar teórico en acorde con el calendario solar y los principios establecidos por Dionisio el Exiguo al inicio del siglo VI (Richards, 1998). Estas tablas fueron construidas para determinar de antemano la fecha de la primera luna llena que ocurre durante o después del equinoccio de primavera de un año dado, y por lo tanto calcular la fecha de la Pascua, la fiesta principal de la Iglesia Cristiana. Estas fechas fueron compiladas con asiduidad, copiadas y distribuidas por académicos cristianos, escribanos y centros de aprendizaje en toda Europa y aún hoy se pueden encontrar en las Biblias antiguas, como las tablas de los Números Dorados. En manuscritos medievales cristianos y enciclopedias estas tablas fueron acompañadas a veces por dibujos de laberintos, presumiblemente para ilustrar la complejidad de la materia.
Esta yuxtaposición puede haber influido en la posterior conexión entre laberintos y los festivales de Semana Santa y las danzas en las catedrales de Francia. Sin duda, los complejos circuitos alternos del laberinto fueron vistos como un símbolo de los ciclos de los calendarios, así como de la manera en la que el sol, la luna y los planetas se movían alrededor del firmamento, con el resto de estrellas fijas en el espacio de fondo.
El uso de los laberintos para ejemplificar estos principios es una demostración más de la flexibilidad del símbolo del laberinto para reflejar la compleja interacción de los mundos científico y espiritual en el pensamiento medieval.