La repostería
medieval cristiana entre los siglos XI y XIII y en especial la repostería
templaria de la época tienen grandes diferencias. Aun con la falta de
documentación existente tanto la cocina como la pastelería templarias situadas
en las encomiendas son mas ricas en ingredientes que en los feudos medievales
al uso. Eso esta dado, entre otros matices por la gran expansión de la orden de
los pobres caballeros de cristo en el mundo, tanto oriental como occidental. La
gran capacidad de fusión en el mundo del temple implica grandes avances en el
mundo de la alimentación de la época.
Debemos
diferenciar dos tipos de productos, los que se hacen en campaña militar y los
propios de la vida cotidiana de la encomienda en cuestión.
Poco a poco
iré aderezando la historia que acompaña a cada receta y su expansión en el
territorio templario, así como su repercusión en la época.
Las
rosquillas de sartén son influencia de la pastelería romana aunque son muchísimo
mas simples que las rosquillas de la encomienda.
En las zonas
de Llerena y Jerez de los caballeros se empiezan a realizar unas masas fritas
con las harinas de los trigales extremeños. Existen tres ingredientes que las
hacer esplendorosamente ricas, el aceite de oliva, el anís en grano (y su licor
de anís, el chinchón actual) y el azúcar que las cubre. El licor de anís es el
destilado natural del grano y le da un toque suculento a la rosquilla.
La receta
En un perol
incorporamos:
12 huevos
frescos
½ litro de
aceite de oliva
1 copa de anís
o cazalla de anís
Los batimos
fuertemente con una varilla o batidor de alambres durante unos 5 minutos.
Después
añadimos:
Se mezcla la
harina con la mano hasta que ligue la masa y posteriormente se saca del perol
aceitando las manos para que no se nos peguen a la masa.
Se forman las
rosquillas y se van incorporando a la sartén con aceite de oliva que esté
humeante.
Al momento de
echar todas las rosquillas en la sartén (la cantidad de rosquillas será
proporcional al diámetro de la sartén) se van dando la vuelta para esperar a
que la masa quiebre y se forme su peculiar rajado.
Una vez
listas se cubren esos pliegues con azúcar en grano en abundancia (lujo
templario sin duda) ya que el azúcar en la época es un articulo que denota una terminación
de producto totalmente energética tan importante en los tiempos del medioevo.
Por lo cual ese tipo de acabados tan inusuales y la incorporación de especias
como son los anises, aportan a la receta calidad, sabor y energía suficientes
para los duros trabajos de los miembros de la encomienda y así se cumple una de
las peculiaridades de la
regla. Alimentos suculentos de fácil yantar, sencillos de
transportar para el caballero y de larga conservación. Cumplen sobradamente el
cupo de calorías para la marcha del caballero en su duro transitar por los
caminos.
Víctor A.
Padilla
Club de
estudios Templarios Sigillum Templi
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