miércoles, 18 de octubre de 2017

LA SALAMANDRA

La salamandra es un símbolo mágico que abunda en toda Europa. Como en el caso de otros animales existentes en la vida real, a lo largo de los siglos se le han atribuido diversas cualidades fantásticas. Las primeras alusiones conocidas acerca de este animal se atribuyen a Aristóteles, quien asociaba a la salamandra con el fuego, y aseguraba que lo apagaba al pasar sobre él.
Desde la época de la Ilustración en adelante, se ha llegado a diferenciar al animal real y la criatura legendaria como dos conceptos distintos, especialmente en el mundo del ocultismo. La salamandra ha sido ampliamente utilizada en el ámbito de la heráldica y la literatura. En las representaciones más antiguas, la salamandra aparecía como una especie de perro paticorto rodeado de fuego. En las más modernas, tenía el aspecto del anfibio real, pero también envuelto en llamas.
Era venerada como símbolo de la pureza, de la permanencia y el fuego. Debido a su inmunidad al fuego los cristianos la empleaban como símbolo de la indestructibilidad del alma, mientras que los alquimistas la asociaban con el fuego mismo y su carácter purificador. A finales del siglo XII se creía que era capaz de vivir en medio del fuego. Se la asociaba a la figura del Salvador, pues resucitado descendió a los infiernos y no resultó quemado.
Se dice, según la alquimia, que la salamandra tiene una resistencia al calor extraordinaria, aunque se la arroje al fuego, no solo no muere, sino que cobra vida y fortaleza, y que a su vez, era capaz de extinguir las llamas con su presencia. Por ello Francisco I de Francia, la incorporó a su emblema, el cual aparece rodeada de llamas y con el lema: "Nutrisco et extinguo" (De él me alimento y lo extingo).
La salamandra tiene en la piel unas marcas estrelladas por donde segrega un líquido blanquecino cuyos efectos tóxicos son los más potentes que jamás se hayan conocido. Cuenta la leyenda que 2000 caballos y 4000 hombres de Alejandro Magno murieron en la India tras haber bebido de un arroyo envenenado por una salamandra.
En ocultismo y magia representa a los espíritus elementales del fuego. Estos espíritus forman su reinado siempre que se enciende una fogata o un fuego comienza. Son conocidas como hadas de fuego, porque lo controlan.
Las salamandras han trabajado a lo largo de la creación del universo y han sido los elementales que primero han estado presentes. Las salamandras tienen una relación directa con las almas, pues sus vibraciones se propagan tan veloces como la luz. Las salamandras como animal tótem o amuleto aportan claridad de pensamiento y son impulsores de renovación y cambios.

La salamandra es un símbolo mágico que abunda en toda Europa. Como en el caso de otros animales existentes en la vida real, a lo largo de los siglos se le han atribuido diversas cualidades fantásticas. Las primeras alusiones conocidas acerca de este animal se atribuyen a Aristóteles, quien asociaba a la salamandra con el fuego, y aseguraba que lo apagaba al pasar sobre él.
Desde la época de la Ilustración en adelante, se ha llegado a diferenciar al animal real y la criatura legendaria como dos conceptos distintos, especialmente en el mundo del ocultismo. La salamandra ha sido ampliamente utilizada en el ámbito de la heráldica y la literatura. En las representaciones más antiguas, la salamandra aparecía como una especie de perro paticorto rodeado de fuego. En las más modernas, tenía el aspecto del anfibio real, pero también envuelto en llamas.



Era venerada como símbolo de la pureza, de la permanencia y el fuego. Debido a su inmunidad al fuego los cristianos la empleaban como símbolo de la indestructibilidad del alma, mientras que los alquimistas la asociaban con el fuego mismo y su carácter purificador. A finales del siglo XII se creía que era capaz de vivir en medio del fuego. Se la asociaba a la figura del Salvador, pues resucitado descendió a los infiernos y no resultó quemado.
Se dice, según la alquimia, que la salamandra tiene una resistencia al calor extraordinaria, aunque se la arroje al fuego, no solo no muere, sino que cobra vida y fortaleza, y que a su vez, era capaz de extinguir las llamas con su presencia. Por ello Francisco I de Francia, la incorporó a su emblema, el cual aparece rodeada de llamas y con el lema: "Nutrisco et extinguo" (De él me alimento y lo extingo).
La salamandra tiene en la piel unas marcas estrelladas por donde segrega un líquido blanquecino cuyos efectos tóxicos son los más potentes que jamás se hayan conocido. Cuenta la leyenda que 2000 caballos y 4000 hombres de Alejandro Magno murieron en la India tras haber bebido de un arroyo envenenado por una salamandra.
En ocultismo y magia representa a los espíritus elementales del fuego. Estos espíritus forman su reinado siempre que se enciende una fogata o un fuego comienza. Son conocidas como hadas de fuego, porque lo controlan.
Las salamandras han trabajado a lo largo de la creación del universo y han sido los elementales que primero han estado presentes. Las salamandras tienen una relación directa con las almas, pues sus vibraciones se propagan tan veloces como la luz. Las salamandras como animal tótem o amuleto aportan claridad de pensamiento y son impulsores de renovación y cambios.