lunes, 18 de septiembre de 2017

LOS CUERNOS DE HATTIN

LA MASACRE DE CRISTIANOS EN LA QUE LOS MUSULMANES ROBARON LA VERDADERA CRUZ DE JESUS A LOS TEMPLARIOS
Hubo un tiempo en el que combatir bajo la sombra que cobijaba una reliquia santa era mejor recibido que hacerlo al lado del más habilidoso y más fuerte de los guerreros. Eran años en los que la vida humana valía menos que un grano de arena y en los que la gente consideraba afortunados a aquellos que podían coger una espada y viajar hasta Jerusalén (en Tierra Santa) para expiar sus pecados ante Dios matando musulmanes.
Era, en definitiva, la época de la Segunda Cruzada. Una etapa de la historia en la que -para su desgracia- un ejército cristiano formado fundamentalmente por caballeros templarios fue arrasado por el sultán Saladino en la batalla de los Cuernos de Hattin (1187) y perdió la que, por entonces, era su mayor joya: un pedazo de la «Vera Cruz» en la que fue crucificado Cristo.
Desde entonces, se desconoce qué fue de aquella reliquia. Una de las más sagradas para los cristianos. La historia afirma que fue robada por los musulmanes. Sin embargo, son también muchas las leyendas que explican que fue enterrada por los templarios en un lugar secreto para evitar que fuera capturada.

HACIA LA BATALLA
A comienzos del siglo XII, aun con la «Vera Cruz» en su poder, la situación política no podía ser peor para Jerusalén, la capital del reino cristiano en Tierra Santa. Tras décadas de guerra y de cruzadas, Balduino IV (el rey de la ciudad -tristemente famoso por ser leproso-) falleció en 1185. Y con él se marchó la cordura, pues era un monarca que -sabedor de que la ínfima cantidad de caballeros cruzados en la región era insuficiente para enfrentarse a los musulmanes- había procurado mantener la paz con el sultán Saladino. Un enemigo letal.
LA ESTREPITOSA DERROTA

El 30 de junio de ese mismo año, y después de varias batallas, Saladino asedió con sus hombres la ciudad de Tiberíades (al otro lado del Jordán) y consiguió, de esta forma, aprovisionarse de agua. Guido, en principio, tuvo la paciencia de un buen monarca y se negó a avanzar sobre la región. Sabía que la distancia entre su campamento y el enemigo era demasiada, y que su ejército corría el riesgo de padecer el cruel destino de morir de sed. Pero, a veces, el honor puede más que la razón y cuando Reinaldo y el maestre de los templarios le presionaron, terminó pasando por el aro y ordenó a sus hombres hacer el petate. Habría batalla, pero sería lejos del líquido elemento. Al menos, para ellos.
El 3 de julio, Guido se dirigió hacia el este con la «Vera Cruz» a su lado. Para su desgracia, los temores que le habían perseguido durante semanas se hicieron realidad. A las pocas horas, su ejército padecía una intensa sed y sus caballeros se abrasaban dentro de las corazas. Desesperado, el nuevo rey de Jerusalén dirigió sus huestes hacia el valle de Hattin (ubicado entre dos colinas llamadas «Los cuernos»). Si lo cruzaba, podría llegar hasta el lago de Tiberíades e hidratar a sus combatientes. Sin embargo, Saladino tenía otros planes para los cristianos. En la noche del 3 al 4 de ese mismo mes (cuando el monarca entró con sus huestes en el páramo), cerró las salidas naturales al valle con sus tropas.
FINAL DE LA BATALLA
Los cruzados habían caído en su trampa. El siguiente paso fue sencillo. Lluvia tras lluvia de saetas, fue diezmando al ejército cristiano. Así hasta que, cuando más debilitado estaba el enemigo, ordenó el ataque. Los caballeros hospitalarios y templarios recogieron el guante y se lanzaron (arma en ristre) contra sus huestes. A su espalda, contaban con la «Vera Cruz» y, a pesar de estar agotados, se creían invencibles. No sabían lo equivocados que estaban. Horas después, los hombres de Guido se vieron totalmente superados, y empezaron a retroceder y a defender, desesperados, el pedazo de la cruz en el que había fallecido su Señor.
«Sólo quedó un pequeño grupo de hombres tratando en vano de defender la Santa Cruz», se determina en «Batallas de las Cruzadas». Poco pudieron hacer, pues finalmente los musulmanes se hicieron con ella. «El obispo de Acre, portador de la Vera Cruz, murió de una lanzada durante la batalla, lo cual provocó la desazón de los caballeros cruzados», determina el autor de «Breve historia de las leyendas medievales». Apabullados por un brutal número de enemigos y con una sed terrible, los últimos defensores se dejaron la vida dando espadazos por aquella reliquia.
La historia afirma que aquellos últimos hombres eran sin duda templarios. Y lo cierto es que la teoría no carece de lógica, sobre esta orden recaía el privilegio de proteger la reliquia. En palabras del autor español, esto era especificado por los Estatutos de la Casa: «Cuando se lleva la Vera Cruz en cabalgada, el comendador de Jerusalén y diez caballeros deben custodiarla de noche y día, y deben albergarse lo más cerca que puedan de la Vera Cruz mientras dure la cabalgada. Y cada noche dos hermanos deben velar custodiando la Vera Cruz».
¿¿¿ ESTA AÚN ENTERRADA EN JERUSALÉN LA AUTÉNTICA "VERA CRUZ" ???
¿¿¿ ES LA ORDEN DEL TEMPLE CUSTODIA DE ESA Y OTRAS DE LAS RELIQUIAS SAGRADAS PARA LA CRISTIANDAD ???
¿¿¿ SON ESTOS SECRETOS PARTE DE PARA QUE FUE CREADA Y FORMADA LA ORDEN ????