martes, 1 de mayo de 2018

SER SUFI DESDE EL CORAZÓN DE UN CRISTIANO

Vivimos en una cultura que ha sido descrita como materialista, alienante, neuróticamente individualista, narcisista, y más aún, vivida con ansiedad, vergüenza, y culpa. Desde el punto de vista Sufi, la humanidad hoy en día está sufriendo la peor de las tiranías, la tiranía del ego. Adoramos innumerables ídolos falsos, pero todos ellos son formas del ego
Aunque el término en su uso coloquial incluye a todo aquel que practica el sufismo, desde el punto de vista técnico en el sufismo denomina como sufí a quien ocupa el más alto grado de realización espiritual en el camino iniciático del Islam y del cristianismo.
La idea de presencia con amor puede ser el remedio más básico para el materialismo prevaleciente, para el egoísmo, y la inconsciencia de nuestra era. En nuestra obsesión con nuestros falsos yoes, en nuestro darle la espalda a Dios, hemos perdido nuestro Yo esencial, nuestra chispa divina. Olvidando a Dios nos hemos olvidado de nosotros mismos. Recordando a Dios empezamos a recordarnos nosotros mismos.
¿Quiénes son los sufíes?
Su preocupación por la interioridad en la vida religiosa les asimila más al cristianismo que al islam ortodoxo ritualista
En el islam que practica la inmensa mayoría del mundo musulmán, el sabio es el experto en jurisprudencia, en reglas de conducta y preceptos legales; en el sufismo, en cambio, el sabio es el místico (sufí), el individuo que busca la interioridad por encima de los preceptos de la ley. No es extraño, por tanto, que para los movimientos más fanáticos de la rama principal suní -como Daesh o Al Qaida- la corriente sufí sea un cuerpo extraño, esotérico y casi siempre -pese a su presencia en tierras de «dar-al-islam» desde los primeros tiempos- herético y por consiguiente merecedor de la muerte.
El creyente sufí acepta los cinco grandes pilares del islam, y asume por tanto el legalismo a grandes rasgos, pero aspira a una relación mística y ascética con Alá. En ese sentido, comunica mucho más con el cristiano -que no busca satisfacción en la norma sino en la vida espiritual- que con el musulmán suní preocupado solo por la pureza ritual.
Casi todo en el sabio o seguidor sufí contrasta con la actitud del sunismo radical, ya sea el meramente legal que practica Arabia Saudí, o el de kalashnikov de los yihadistas. No es tanto la tolerancia hacia otras religiones o la vaga atmósfera panteísta del sufismo -que le ha dado aval de entrada en el «New Age», el misticismo de salón de moda en Occidente- como su intolerable pretensión de establecer una relación personal entre el creyente y Dios, salvando la infinita distancia entre los dos dictaminada por la ortodoxia islámica.
Tanto los sufíes, como los chiíes -la segunda corriente del islam, con menos del 10 por ciento del total de musulmanes- dan culto a sus santos, una práctica juzgada idólatra por la mayoría suní. No es de extrañar que esos santuarios sean objetivo favorito del terrorismo yihadista de inspiración suní.
Debemos ser conocedores de los ritos iniciaticos y las corrientes filosóficas y modos de vida de quienes por norma algunos tachan y aseveran su incompatibilidad con nuestros sentimientos , si dejamos de lado lo adoctrinado y seguimos los dictados de nuestros corazones , siendo personas que aman sobre todo una palabra y ejemplo que nos dice constantemente que La Luz y el amor son las mejores maneras de avanzar y servir a una o unas causas que aunque provienen de otras creencias , no así se definen como radicales , sino como partidarias de beber y enriquecerse con otras que de igual manera creen el la virtuosidad y la limpieza que tienen los seres humanos desde su nacimiento hasta su muerte terrenal , debemos sembrar y cuidar de esa semilla y dar ejemplo a las cosechas que crecen,que la intolerancia se suma a la ignorancia que da el fanatismo
No somos dueños de esa parte de nuestro envoltorio , pero debemos aprender a cultivarlo para servir a un principio noble y definido para que los demás emprendan caminos de amor y reconciliación y unidos poder sembrar lo bueno de esa impronta "DIVINA" que a todos nos regalan.
ECV