lunes, 9 de abril de 2018

ÓRDENES MILITARES Y BATALLAS PERDIDAS (I)

ÓRDENES MILITARES Y BATALLAS PERDIDAS

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1ª // PRIMERA ENTREGA 

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Autor: Feliciano Novoa Portela
Biblioteca Nacional
El análisis de los fracasos bélicos que tuvieron las órdenes militares en la Edad Media peninsular es el objetivo de estas páginas, también lo es identificar cuales fueron los factores desencadenantes, estudiar sus causas y, por último, señalar las repercusiones que tuvieron. Con ello esperamos contribuir a que se conozcan mejor las prácticas guerreras de unas instituciones que tenían en el servicio a las armas su principal función.
Pese al creciente interés que ha suscitado el tema de las Órdenes Militares no deja de ser paradójico el hecho de la poca atención que la historiografía especializada ha prestado a la faceta estrictamente militar de unas instituciones que siempre tuvieron en “el servicio a las armas” su principal razón de ser. Las causas de este desinterés son numerosas, pero la principal, al margen de una documentación más o menos explícita y parcial, tiene mucho que ver con el carácter marginal y lleno de prejuicios que ha tenido en nuestro país el estudio de la guerra y su práctica durante la mayor parte del siglo XX. En cualquier caso, la mayoría de los trabajos con los que contamos coinciden a la hora de señalar las características que “adornaron” a lo largo de la Edad Media el quehacer bélico de estas Instituciones, de todas ellas. 

A saber:
-Disponibilidad permanente frente a la eventualidad de otros contingentes armados.
-Gran capacidad de movilización
-Continuó adiestramiento.
-Experiencia
-Cadena de mando a partir del maestre y disciplina (obedientes al maestre y su comendador en todo y por todo). 
Son algunas de las peculiaridades que hicieron de las Órdenes Militares un cuerpo especializado, una verdadera élite militar con tintes de leyenda en algunos momentos del tiempo medieval y la personificación de las más altas virtudes caballerescas. 
También están de acuerdo los diferentes estudios en destacar que su importancia bélica no debe medirse en términos cuantitativos –todos los datos parecen confirmar la idea de que el número de sus efectivos nunca fue particularmente significativo–, sino, como ya hemos enumerado en la cualidad de su contribución, reconocida incluso por sus enemigos, como ponen de manifiesto tanto las fuentes islámicas, como las cristianas: ellos eran más vigorosos en la guerra que todos los demás francos fueron, según el cronista Ibn al-Athir, las palabras de Saladino después de la famosa batalla de los Cuernos de Hattin en el verano de 1187, que supuso la pérdida de Jerusalén para la Cristiandad y la cabeza para la mayoría de los caballeros freires que allí estuvieron.
El desastre de Hattin tuvo un precedente durante la primavera de ese mismo año: cerca de la llamada Fuente de Cresson, ciento cincuenta caballeros, la mayor parte templarios, dirigidos por el maestre de la Orden, Gerardo de Ridefort, cargaron en campo abierto contra fuerzas musulmanas muy superiores en número con el resultado, por otro lado previsible incluso para algunos de los participantes de su casi total aniquilación.
Las causas de estos desastres tuvieron mucho que ver con errores de estrategia a los que hay que añadir en el segundo de los casos la conducta arrogante y despreciativa (presuntuosa, dicen la Crónicas) del Maestre templario, uno de los pocos sobrevivientes de la hecatombe, que le llevó a subestimar las fuerzas del enemigo y a sobrestimar el potencial del ejército que tenía a su mando. Nos sirven estos dos ejemplos acaecidos en Tierra Santa, a los que podríamos añadir un tercero, la definitiva derrota en 1291 que supuso la evacuación de San Juan de Acre, para señalar que, pese a su probada disposición bélica, las Órdenes Militares también sufrieron reveses militares algunos de los cuales, como los que acabamos de mencionar, fueron decisivos en el devenir histórico de la Edad Media.  
Hubo otros de menor trascendencia que tuvieron como escenario la geografía peninsular y cuyo análisis constituye el objetivo de estas páginas. Es verdad que no son muchos, lo que nos hace suponer que, o bien, la eficiencia de estas Instituciones en la Península fue muy destacable o, como parece el caso, su papel militar en la “Reconquista” no fue nunca lo suficiente relevante para que sus actuaciones bélicas en solitario fueran numerosas y, consiguientemente, tampoco lo fueran sus derrotas.
En cualquier caso, el estudio de estos reveses y errores ayudarán a conocer un poco mejor las prácticas guerreras de las Órdenes y el papel general desempañado por estas Instituciones en los distintos escenarios bélicos de la Península Ibérica en los que estuvieron presentes durante la Edad Media.
En las siguientes entregas tocaremos los errores cometidos, algunos ejemplos de batallas perdidas, causas y la repercusión que tuvieron para estas órdenes; como siempre intentando desde SIGILLUM TEMPLI que nuestro trabajo y dedicación esté enfocado a difundir todos los conocimientos que documentados y de investigación publicamos para todos.

Nada para mí, señor


NOTA:  Algunos de los hechos están transcritos de los originales, en negrita y cursiva; no son erratas.


ECV