sábado, 17 de marzo de 2018

LOS "HASSASSINS"

LOS HASSASSINS
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Hassam i Sabbah, considerado el fundador de la Secta de los Asesinos.

Persia, siglo XI. La eterna rivalidad entre chiitas y suníes, que aún hoy día se mantiene, se encontraba en plena madurez y crecía al mismo tiempo que lo hacía el descontento del pueblo persa por el gobierno al que estaban siendo sometidos por los sultanes turcos selyúcidas quienes, a su vez, se encontraban bajo la autoridad religiosa suní del califato de Bagdad.
Situación política y religiosa
Para conocer el por qué del origen de los Asssassins, la Secta de los Asesinos, es preciso tener presente a los diferentes grupos religiosos que coexistían en la zona de Oriente Próximo, en particular en la que hoy se congregan países como Irán, Irak o Siria.
El chiismo es una de las principales ramas del Islam, seguidores de Alí como sucesor del profeta Mahoma.
El sunismo, por su parte, es la otra gran facción del Islam, el grupo musulmán mayoritario, y son seguidores de los hechos atribuidos a Mahoma.
El ismailismo es una de las corrientes islámica que se disgregaron del chiismo y solo reconocen a los primeros siete imanes chiíes, de los cuales, el último, era Ismail.
Siendo los tres grupos religiosos mayoritarios, Persia se hallaba en aquellos momentos gobernada por la dinastía turca de los Selyúcidas quienes alcanzaron su máximo esplendor bajo el sultanato de Malik Shah entre los años 1072 y 1092, con el apoyo del visir Nizam al Mulk. Siendo éstos de religión suní, los chiitas se encontraron en minoría política y religiosa y fueron perseguidos duramente, y, por supuesto, con ellos, los ismailitas, secta minoritaria, como he dicho, de origen chií.
Hassam i Sabbah
Con este panorama político nacería a mediados del siglo XI, en Qom, Persia, Hassam i Sabbah, considerado el fundador de la Secta de los Asesinos.
Teólogo desde los 7 años, pronto marchó a Egipto donde completó su formación religiosa bajo las creencias ismailitas del Califato Fatimí de aquel país. Tras terminar sus estudios comenzó a viajar por toda Persia entrando así en contacto directo con los problemas de su pueblo. Su firmeza y lealtad de fé radicalizó sus creencias; la fusión de conocimientos provenientes de sus primeros años en el ismailismo con los que fue desarrollando bajo los auspicios de la dinastía Fatimí acabó por dar origen a un nuevo grupo, el de los nizaríes, extremistas que actuaban por la fé contras las injusticias contra su pueblo y la defensa de sus creencias.
Buscando un lugar donde establecer su culto llegó a la región montañosa de Daylam, un lugar de valles profundos y altas montañas, zona habitada por buenos guerreros. Allí, en las montañas Elburz, se estableció en la fortaleza de Alamut, levantada a 2.000 metros de altitud sobre una roca inexpugnable y que acabaría por convertirse en el símbolo material de los nizaríes, a los que más adelante, por la barbarie de sus métodos, acabaría por conocerse como Assassins, o Secta de los Asesinos.
Fortaleza de Alamut y los asesinos
Las leyendas hablaban de Hassam i Sabbah como el primer “Viejo de la Montaña“, un extraño personaje que captaba a jovenes guerreros para su causa y que usaban el hachís para cometer los asesinatos que les pedían (de ahí la etimología del nombre de “Asesinos” – Hashsha-shin o fumadores de hachís -). Sin embargo, hoy día, esa teoría no está apoyada por la comunidad histórica. No se sabe si realmente fumaban hachís y si lo hacían antes o después de la batalla, más con efectos tranquilizantes que vigorizantes. Tampoco parece demasiado fiable las leyendas contadas por Marco Polo que hablaban del paraíso que alcanzaban esos jóvenes fumadores de hachís en el que se permitían todos los placeres más inimaginables. De hecho, en la realidad, todos los textos de la época hablan de Hassam i Sabbah como de una persona recta y erudita que siempre mantenía el orden en su fortaleza e impedía las orgías y excesos.
El primer enfrentamiento directo entre los selyúcidas y los ismailitas de Hassam Sabbah provocaría la muerte de un muecín de una ciudad gobernada por suníes, y en venganza, la humillación y ejecución del jefe militar de los ismailíes a manos del visir suní Nizam al Mulk, el verdadero cerebro político del imperio selyúcida de la época.
Al Mulk se convirtió así en el primer gran objetivo de la Secta, y en la que se ha considerado como primera víctima de los Assassins cuando el 16 de octubre del año 1092 fue asesinado en público por un nizarí disfrazado de sufí (hombre santo del Islam).
Con el paso de los años aquel grupo se radicalizó aún más y extendió sus asesinatos y fortalezas a otras plazas repartidas por toda Siria y Persia, de las que el fuerte de Masyaf fue el más reconocido, lugar incluso temido por los caballeros templarios. Astutos, pacientes y con una alta capacidad para disfrazarse y engañar, los nizaríes fueron extendiendo sus ramas por la sociedad de forma oculta. Eran una organización secreta poderosa y muy temida, y tal el miedo que infundían que llegaron a ser perseguidos por los propios musulmanes y los cristianos, teniendo como enemigos a personajes históricos como Saladino o el templario Conrado de Montferrato (Conrado I de Jerusalén) quien, por cierto, también fue asesinado.
Tras la muerte de Hassam Sabbah, le sucedieron varios de sus descendientes en años sucesivos, todos ellos bajo el mismo título de “Sheik al-Jebal” (traducido, “Príncipe o Viejo de la Montaña”), pero con el aumento de su poder en pleno siglo XII, y el miedo que suscitaban, también crecieron sus enemigos y con ellos el declive de la Sociedad.
Tras leer todos estos hechos históricos siguen existiendo leyendas que quieren acercar a estos asesinos letales a los templarios y en mi opinión humildemente creo que ese acercamiento no existió ya que en el exterior visible y el interior espiritual de los caballeros templarios no había cabida para estos métodos , distinto sería que aprendiesen y se formasen en las técnicas utilizadas para conocer mejor a estos sicarios pero la historia nos muestra que moralmente el temple no debió tener un contacto que no fuese ese