sábado, 3 de marzo de 2018

LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD EN EL MUNDO MEDIEVAL

Desde la Antigüedad las personas con discapacidad han sufrido la opresión y la discriminación que recae sobre lo considerado “diferente” de acuerdo al paradigma dominante de la “normalidad”.
El destino ha ido variando en las diferentes sociedades (desde su aniquilamiento hasta la incorporación subordinada al sistema de producción), pero siempre manteniendo esta relación de opresión.
La Edad Media, que se extiende desde la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 hasta la toma de Constantinopla por los otomanos en 1453, se caracteriza por la influencia del cristianismo en todos los aspectos de la vida política, económica, social y cultural. Después de la caída de Roma se produjo una fragmentación de la autoridad en toda Europa (recordemos que el Imperio Romano se expandía desde Hispania hasta Medio Oriente, y desde el Norte de África hasta las islas británicas), conformándose numerosos reinos cuya única fuerza unificadora era la Iglesia Católica. Dado el carácter violento de esta época, es posible que las condiciones de vida de las personas con discapacidad fueran igualmente duras.
La posición frente a la discapacidad durante este periodo, fuertemente influenciada por la Iglesia, fue ambivalente. Por un lado se condenaba el infanticidio, mientras que por otro las personas consideradas “deformes”, “anormales” o “defectuosas” eran víctima de rechazo y persecución por parte de las autoridades civiles y religiosas.
En Francia se construyeron fortalezas y ciudades amuralladas para esconder a centenares de personas con discapacidad. En el siglo XIV los nacidos con discapacidad física, sensorial o mental, tales como sordera, ceguera, parálisis o cuadriplejia, eran confinados en encierros y exhibidos los fines de semana en zoológicos o espectáculos circenses para diversión o bien –manipulando la conciencia social- para que las familias rectificaran sus pecados cometidos, por considerar que estos «fenómenos» o «monstruos» eran una señal de castigo enviada por Dios[ii]. Se decía que “el Diablo es retorcido y por ello prefiere cuerpos deformes”. Posteriormente el Malleus Maleficarum (1487), escrito por Jacob Sprenger y Heinrich Krämer, declaraba que los niños y las niñas con discapacidad eran producto de madres involucradas en la brujería y la magia.
Durante la Edad Media se persiguió también a las personas con enfermedades psíquicas o neurológicas tales como histeria, esquizofrenia, epilepsia o coreas (“Mal de San Vito”), por considerarlas poseídas o endemoniadas, a las que había que practicarles exorcismos.
Pero también durante este periodo las personas con discapacidad fueron consideradas un pretexto enviado por Dios para que los “normales” pudieran expiar la culpa por sus pecados a través de realizar obras benéficas. Pasaron de ser «fenómenos» que había que ocultar o exhibir para diversión y disciplinamiento social, a ser «personas minusválidas», o sea de menor valor, a las que había que atender debido a la incapacidad que le atribuían para cuidar de sí mismas.
En los reinos árabes de Cercano Oriente y de la Península Ibérica las discapacidades psíquicas eran abordadas desde otro paradigma ya que estaban libres de la demonología cristiana. Sanatorios mentales fueron fundados en Fez (siglo VII), Metz (1100), Bagdad (1173) y el Hospital Manzur de El Cairo (siglo XIII) que estaban dirigidos por médicos y ofrecían tratamientos humanitarios a base de música, danza, espectáculos, lecturas, masajes y baños. Médicos como Rhazen (855-925), Abucalsis (963-1013), Avicena (980-1037) o Maimónides (1135-1204) desarrollaron técnicas que hoy se pueden considerar antecesoras de la psicoterapia y la estimulación temprana.
Durante la Alta Edad Media se multiplicaron el número de personas con discapacidad como consecuencia de las Cruzadas en Medio Oriente, la guerra entre los reinos cristianos y árabes en la península Ibérica, las invasiones nórdicas, y de las innumerables epidemias que azotaron el continente europeo. Por ello fue necesario crear instituciones para atender a estas personas. Tras la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, los ex combatientes castellanos ciegos constituyeron la Cofradía de Toledo que fue protegida y fomentada por el rey Alfonso VIII.
En el siglo XV se crearon en la Europa cristiana las primeras instituciones asilares para personas con sufrimiento mental, bajo impulso del religioso valenciano Juan Gilberto Jofré, (1350- 1417). Se cree que pudo conocer los tratamientos que se aplicaban en el mundo islámico, y en 1409 fundó el Hospital de Santa María de los Santos Inocentes. Desde entonces se crearon numerosos asilos en España y América. El espíritu de estos establecimientos era predominantemente eclesiástico antes que médico.
Personas adultas también explotaban a niños con discapacidad como mendigos, llegando a mutilarlos porque de esa forma juntaban más dinero. Legislaciones aprobadas en Castilla y en Francia, que prohibían dar limosnas a mendigos que gozaran de buena salud, solo agravó esta situación.
Mientras esto sucedía en el continente, en las Islas Británicas se había alcanzado alrededor del siglo XIII una gran estabilidad y se estaban dando los cambios que llevarían al capitalismo: mercado interno, movilidad de la mano de obra, rentabilidad de la tierra y consolidación de la propiedad privada. Esto también se observa en la actitud hacia las personas con discapacidad. A menudo los padres cedían sus propiedades a sus hijos, tras obligarles a firmar un contrato de compensación que evitaba que fueran desalojados de su propiedad. Así los hijos debían ocuparse de sus padres mayores que solían tener discapacidades físicas o sensoriales como consecuencia de su edad.

JMZ