sábado, 17 de marzo de 2018

JACQUES DE MOLAY

Jacques Bernard de Molay, señor de los templarios y el último Gran Maestre del Temple.
Los últimos serán los primeros. Quizás sea por eso que Jacques Bernard de Molay además de ser el último Gran Maestre de la Orden de los Templarios, posiblemente, haya sido o sera el más famoso.
Para entender mejor el contexto histórico en el que Jacques B. de Molay vivió como Gran Maestre del Temple, hay que conocer básicamente la historia de la cristiandad en el Medievo, una sociedad marcada por el absolutismo monárquico, el feudalismo nobiliario, el analfabetismo y superstición de casi toda la sociedad occidental y el poder de la Iglesia donde estaban los hombres más formados y cultos, nobles o ambiciosos y los más serviles y fundamentalistas por interés; todo ello englobado en una Europa enferma, hambrienta y en permanentes conflictos armados, tanto intestinos como internacionales con las cruzadas contra la fe de Cristo. Una política exterior mandada por los distintos papas eclesiásticos y unos reyes sumisos o díscolos en base a los intereses de sus propios reinados o los de sus enemigos.
Jacques Bernard de Molay fue un noble francés que nació en la Borgoña entre los años 1240 y 1244 BC. (No hay certeza al no haber ningún registro concreto que lo indique), en la ciudad de Vitrey, departamento de Haute Sâone, hijo de Juan, Señor de Lonvy, heredero de Mathe y Señor de Rahon, gran población cerca de Dôle, de la cual dependían muchas otras, pero principalmente Molay, y esta a su vez, era una parroquia de la Diócesis de Besançon, en el Deanato de Nenblans. Estudiosos nobiliarios incluyen a Molay en la genealogía de Lonvy, al ser Molay una población del Señorío de Rahon, propiedad del padre de Jacques de Molay. Falleció el 18 de marzo de 1314 BC.
En el año 1265 se une a la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo a través del fraile Imbert de Perand responsable del Temple en Francia y del Portu en la capilla que la Orden tenía en la residencia-guarnición ubicada en la ciudad de Beaune (Francia). Esta Orden de Caballeros que más tarde serán llamados “Caballeros del Templo de Salomón” o más conocidos comúnmente como los Caballeros Templarios, Orden del Temple o los monjes guerreros, y cuya misión principal era la de proteger a los fieles en sus peregrinajes en los caminos a los lugares santos como orden militarizada cristiana.
La Orden templaria fue aprobada oficialmente por la Iglesia católica en el año 1129, durante el Concilio de Troves celebrado en la catedral de la misma ciudad.
La Orden o congregación del Temple creció rápidamente en tamaño y poder. Los caballeros templarios militarizados empleaban como distintivo un manto blanco con una cruz roja ocupando el pecho, aunque sus hábitos canónigos eran más humildes y lo formaba la típica túnica negra agustina, hecha de lana o saco. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas de Tierra Santa. Los miembros no combatientes de la orden además de su misión religiosa, gestionaron una compleja estructura económica y administrativa dentro del mundo cristiano convirtiéndoles en una de las fuentes principales de financiación de muchos monarcas y nobles cristianos, se puede decir que fueron casi los primeros bancos o sistema financiero con un modelo similar al actual. La orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y en Tierra Santa.
El 16 de abril de 1292 se convirtió en el Gran Maestre número veintitrés y último de la Orden tras la muerte de Thibaud Gaudin. Organizó entre 1293 y 1305 múltiples expediciones contra los musulmanes y logró entrar en la ciudad santa de Jerusalén en 1298, derrotando al Sultán de Egipto, Malej Nacer en 1299 cerca de la ciudad de Emesa. En el año 1300 organizó la incursión contra Alejandría y estuvo a punto de recuperar la ciudad de Tartus en la costa siria, para la cristiandad.
A finales del año 1306 Jacques De Molay, llegó a Europa donde se reuniría con Foulques De Villaret, debido a la demora de su llegada, el Gran Maestre fue adelantando y revisando asuntos de las ordenes del Rey y del papa, oponiéndose a sus ideas de la fusión del Temple y del Hospital, aun cuando le habían advertido de represarías si no aceptaba la unión. En otros temas como la nueva cruzada, Jacques propuso una gran campaña donde los reyes de Inglaterra estarían incluidos para deshacerse de las fuerzas terrestres de Egipto, ideas que fueron refutadas por Felipe IV que no estaba de acuerdo. Poco a poco De Molay fue ganándose adversarios por sus propuestas que no eran del agrado de otras autoridades eclesiásticas.
Su creciente fama y el auge de la Orden empezaron a ser molestos para algunos nobles y sobre todo para el rey de Francia Felipe IV “el hermoso” que era gran deudor de la Orden del Temple. Este empezó a conspirar contra la congregación agustina con el fin de hacerse con sus riquezas y probablemente condonar así su deuda. Su empeño se vio frenado por la inicial reserva del Papa Bonifacio VIII, pero esta finalizó a la muerte del mismo y su predecesor Benedicto XI con la llegada al poder Vaticano del nuevo Papa, Clemente V (Bertrand de Goth) al que convenció conjuntamente con el profesor y letrado real Guillermo de Nogaret (Fue excomulgado formalmente por Benedicto XI por secuestrar y agredir a su antecesor, el Papa Bonifacio VIII en el llamado Atentado de Agnani. Extremadamente hábil en materia legal, produjo elaborados argumentos contra los Templarios. Una de las grandes ironías del proceso a los templarios fue que el ministro que se ocupó de acusarles, Guillermo de Nogaret, estuvo bajo la excomunión formal de la Iglesia desde el principio hasta el fin de los procesos), ordenando de este modo la detención de Jacques de Molay bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz, simonía, herejía e idolatría a Baphomet (ver nota final), en su rito iniciático a la orden. Posiblemente esta adoración se hiciera según algunas fuentes a la supuesta cabeza del apóstol Pedro, San Pedro.
Siete años después de la desaparición del Temple, Molay declaró y reconoció, bajo tortura, los cargos que le habían sido impuestos; aunque con posterioridad se retractó, y por ello fue quemado vivo frente a la Catedral de Nôtre Dame, donde nuevamente volvió a retractarse antes de perecer en la pira colocada en una isleta situada junto a la catedral de Notre Dame, y minutos antes de arder pavorosamente en las llamas, el último Gran Maestre se retractó de las confesiones obtenidas bajo tortura y, según la leyenda, maldijo a los causantes de la desgracia de la Orden del Temple -el rey de Francia, el Papa Clemente V y al propio Nogaret- conminándoles a presentarse ante el juicio de Dios antes de un año., en forma pública de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir, proclamando así la inocencia de la Orden, la suya y, según la leyenda, maldiciendo a los culpables de la conspiración:
La maldición de Jacques de Molay, último Gran Maestre del Temple
« “Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir.” “Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!… A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año…”»
Leyenda o casualidad, el hecho cierto de esta historia, es que los tres murieron en el plazo indicado: primero el rey, durante un accidente en una cacería; a continuación el Papa títere, posiblemente envenenado, y algo después, el pérfido Nogaret también envenenado por orden de la Condesa d’Artois.
NON NOBIS DOMINE NON NOBIS...
SED NOMINI TUO DA GLORIAM.

JMZ