sábado, 24 de marzo de 2018

INTELIGENCIA MILITAR EN LA EDAD MEDIA (II) LOS COMANDOS


                                                 
INTELIGENCIA MILITAR EN LA EDAD MEDIA
--------------------------------------------------------------
II.COMANDOS
=============
La información que requiere y, a su vez facilita, la inteligencia militar, para promover la maniobra general, a veces se traducía en el planeamiento de ataques puntuales a personas o infraestructuras enemigas especialmente importantes para el enemigo, lo que denominaríamos objetivos sensibles.
ACCIONES DE COMANDO
En realidad la Biblia es la primera fuente que recoge cómo se selecciona a un grupo de élite y en qué operaciones de comando se les puede emplear, y lo vemos así en diferentes referencias en los libros de Jueces, Macabeos, etc.
Durante la Reconquista un ejemplo de cuerpo de élite serían las tropas caballerescas de las órdenes militares. Eran un cuerpo permanente, minoritario dentro del ejército real, constituido por tropas seleccionadas (un caballero se forma durante muchos años), altamente entrenadas, motivadas y equipadas. Y sin embargo, aunque las pudiésemos considerar como tropas de choque, de primera línea, casi no protagonizaron acciones que hoy llamaríamos de comando.
Otro caso es el de los llamados "almugavares". Éstos no sólo eran las famosas tropas navarroaragonesas que protagonizarían grandes hechos en el Mediterráneo, sino que era un nombre genérico con que se designaba a ciertas gentes y tropas de la frontera peninsular con el musulmán (todo a lo largo de ella), especialmente curtida y conocedores de la guerra y el relieve donde se movían. Se podría decir que eran un óptimo caldo de cultivo para extraer elementos para las acciones especiales, encubiertas o no.
Entre las operaciones de comando podríamos encuadrar a aquellas misiones destinadas a la obtención de información táctica del interior del campo enemigo, el sabotaje, los asesinatos selectivos, y los golpes de mano, tanto terrestres como anfibios (ver las hazañas de Pero Niño en el Victorial). Muchas veces tienen el carácter de operaciones nocturnas; por lo general en pleno frente, o tras las líneas enemigas, aunque ciertamente el establecer un límite claro entre los reinos medievales o en el transcurso de una campaña es algo difuso. Su fin último puede ser variado, desde tomar una plaza determinada (o un punto neurálgico de la misma), romper el frente de manera subrepticia, a desmoralizar al enemigo.
En la península Ibérica se encuentra con cierta frecuencia referencia a dos tipos de operaciones de comando, por lo general dentro del grupo de golpes de mano: las escaladas y las encamisadas.
Las encamisadas se llaman así porque son llevadas a cabo por tropas seleccionadas que se desarman, a excepción de una daga y quizás una espada corta, quedándose en mangas de camisa. Lo hacen así para evitar cualquier ruido o reflejo que pudieran provocar las piezas de armadura u otras armas. Suelen ser operaciones nocturnas, por lo que es normal teñir igualmente las camisas, y frecuentemente aparecen estas tropas vadeando ríos a nado para tomar posiciones en la ribera contraria y atacar puntos sensibles del enemigo.
Las escaladas se autodefinen. Son acciones que tienen por características la escala de torres, murallas o castillos con el fin de tomarlos. A veces estas subidas se hacen con el consentimiento de alguno de los centinelas (previamente sobornados) que dan acceso a escaragaitas o puertezuelas ocultas en la base de las torres o matacanes. La mayor parte de las veces, sin embargo, se hacen sin el consentimiento del enemigo, de forma nocturna.y con alevosía… Estas escaladas eran llevadas a cabo por grupos especiales de escaladores, hábiles y robustos. Las fuentes locales nos hablan que al igual que hay ballesteros o lanceros, también suele haber unos cuantos personajes en cada núcleo especialista en este tipo de peligrosas escaladas. Tienen que hacerlas sin otra ayuda que sus manos y una cuerda (a veces con garfio), que luego soltarán para que puedan subir refuerzos. Por lo general atacan puntos sensibles de las plazas, como las torres que guardan las puertas, u otras torres cerca del alcázar, para un ataque sorpresa en profundidad. Otras veces, sin embargo, tiene que conformarse con asaltar cualquier parte de la muralla para intentar establecer una cabeza de puente.
Un ejemplo de ese tipo de acciones sería la toma de Córdoba (1236) quizás algo extraordinario por el tamaño de la plaza. Esta acción fue una iniciativa particular de la gente de la frontera, sin el conocimiento previo del rey. Como narra la Primera Crónica General unos fijosdalgo, adalides y almogávares se internaron en cabalgada en las tierras de Córdoba con la buena fortuna de coger prisioneros. Estos les informaron que la ciudad estaba bien guarnecida pero que si les perdonaban la vida les mostrarían cómo introducirse. Efectivamente acordaron que les señalarían un punto de uno de los arrabales, el de la Axarquía, para la escalada. Mientras, los cristianos prepararon escaleras, que, por el lugar indicado, permitió introducir a un puñado de combatientes en mitad de la noche, después de que un escalador se cerciorara de la maniobra. Tras acabar con los centinelas de esa parte de la muralla mandaron un mensaje urgente al rey, indicándole su desesperada situación. Fernando III en cuanto recibió las noticias reunió a toda prisa las tropas que pudo y se dirigió a ayudar a esos infiltrados y sitiar Córdoba. Al final la plaza fue conquistada, en buena medida gracias a esta inesperada acción fronteriza.
Los asesinatos selectivos son conocidos desde la antigüedad, no es algo que sólo veamos en nuestros días. Aunque en la península ibérica no existió ningún poder o secta equiparable a la de los asesinos en Siria (finalmente eliminados por los mongoles a mediados del s, XIII) y que hicieron del terrorismo de estado (por medio de asesinatos selectivos) una carta de presentación, el hecho es que se producen asesinatos en un contexto de enfrentamiento bélico. Evidentemente no hablamos de ejecuciones más o menos públicas, sino muertes llevadas a cabo por “especialistas” para eliminar a un enemigo político, a veces como otra “herramienta diplomática”
Al-Turtusi, ofrece una versión detallada de la muerte de Ramiro I, y cuenta que después de la derrota del ejército islámico de Zaragoza a sus manos, Al-Muqtadir llamó a un musulmán que sobrepasaba a la sazón a todos los otros guerreros y se llamaba Sadada. Para aliviar la derrota se vistió como los cristianos y como hablaba muy bien su lengua, “vivía en sus vecindades”, pudo penetrar en el ejército de los infieles y aproximarse a Ramiro, que armado de pies a cabeza tenía la visera bajada de suerte que sólo dejaba ver los ojos. Encontrando la ocasión se precipitó sobre él y le hirió en un ojo de una lanzada. Sada se puso a gritar “en romance”, el rey a muerto, lo que provocó la dispersión de su ejército. Las crónicas cristianas son ambiguas atribuyendo unas la muerte a los moros y otras o las tropas enemigas cristianas. En cualquier caso es un buen ejemplo de este tipo de asesinato selectivo llevado a cabo por lo que definiríamos hoy comando, con un fin desestabilizador o desmoralizante.
Musulmanes fingiendo pactar con cruzdos
en Tierra Santa mientras preparan ataque.

Por otro lado estos especialistas de los que hemos hablado, bien fueran espías o comandos, también podían disponer de cierto armamento específico, más allá de las dagas envenenadas. También hay ejemplos de muertes por contacto con ropas envenenadas por venenos que actúan sobre la piel; método al que parecían estar muy apegados los poderes musulmanes…Y, por supuesto ya hay antecedentes de los famosos gadgets o cachivaches tipo James Bond. Por ejemplo se sabe de un tal Juan Roquetas, “maestroballestero” y vecino de Llagostera (Gerona), que trabajaba para el rey Alfonso V (ca1419) construyendo ballestas miniaturizadas, y que eran capaces de ocultarse y disparar desde las mangas del asesino. Parecidas, e igualmente de acero, serían las que haría un mudéjar de Barcelona y que impresionaron al rey Renato de Anjou (1467-1470), pequeñas mas de gran alcance (como es lógico el armero se negaba a contar a nadie su secreto).
Las cabalgadas es un tipo de acción militar bastante común en el medioevo. Por sí mismas no se pueden considerar acciones de comando, ya que, como hemos dicho, es una praxis más o menos normal, llevada a cabo por tropas fronterizas heterogéneas, principalmente caballería, que se internan en territorio enemigo para conseguir botín (material o humano), talar los campos contrarios o realizar otro tipo de acciones punitivas (muy raramente desembocan en la conquista de territorio). Sin embargo algunas de estas cabalgadas pueden adquirir el rango de operaciones de comando cuando las componen un grupo más homogéneo y curtido de combatientes que se internan profundamente en el campo enemigo con el fin de obtener prisioneros (ya hemos comentado que los fueron locales premiaban la captura de los adalides enemigos) o dañar infraestructuras. Suelen ser operaciones de pocos días y normalmente se mueven por la noche. El gran peligro de las cabalgadas, en cualquier caso, siempre fue el camino de vuelta, cuando el factor sorpresa había desaparecido y podían estar ralentizados por la carga del botín.
Musulmanes fingiendo acciones en que se mezclan las misiones de espionaje, sabotaje y asesinato. 
El reinado de Alfonso X de Castilla-León nos ofrece una buena muestra. En una ocasión, el rey Alfonso se quejó de que los mudéjares de su reino habían planeado su gran revuelta (1264) con el apoyo secreto de Granada. Elementos musulmanes o mudéjares infiltrados en el campamento castellano no solo informaban a sus correligionarios, sino que estuvieron a punto de acabar con la vida del rey justo al inicio de la rebelión, algo previamente planeado y que hubiera supuesto un fuerte impacto a la moral cristiana. Por cierto, Jaime I de Aragón también se libró de un par de atentados de este tipo.
En fin, hemos visto como una serie de acciones que algunos podían considerar como propias de las Edad Moderna ya eran conocidas y practicadas en el medioevo. Quizás no tuvieran James Bonds o cuerpos de Boinas verdes, pero eran igual de efectivos, a su manera.
En cuanto al Cid
Hay múltiples, variadas y contradictorias fuentes respecto al Cid, con importantes saltos entre la realidad histórica y la leyenda épica. Las mejores obras actuales sobre este personaje son las de Gonzalo Martínez Díez y José Luis Corral. Dejando a un lado esta disquisición historiográfica, es totalmente inconcebible suponer que el Cid consiguiera todas las victorias que se le atribuyen, muchas veces en clara inferioridad numérica, sin contar con un buen servicio de información. Todos los reyes de su época disponían de ello. Parece lógico que un capitán de mercenarios con aspiraciones también contara con él, al menos para conseguir información táctica. También parece que sabía todo lo que se tramaba en las pequeñas cortes peninsulares de la época. El cantar épico nos habla de la inteligencia psicológica del Cid, que sabe tratar a sus señores y rivales. Un ejemplo es cuando en vez de lanzar piedras arroja pan a los pobladores de Valencia, sabiendo lo necesitado que estaban, ganándose así su favor y facilitando la toma de la ciudad. También hemos comentado cómo la legislación foral es muy consciente del peligro de filtración de información, imponiendo por ello series restricciones a la presencia de musulmanes en las zonas más sensibles de las villas. Y así, cuando el Cid se ve cercado en la recién tomada Alcocer y prepara una salida por sorpresa se enfrenta a dicho dilema. Su solución es radical: expulsar a todos los habitantes de la villa para evitar esa posible filtración de su plan (y de paso quitarse de encima unas cuantas bocas que alimentar). Por otro lado las fuentes nos narran numerosas argucias de las que hizo uso don Rodrigo, sintiendo una especial predilección por las emboscadas y golpes de mano

ECV