sábado, 3 de marzo de 2018

"DIOS CONTRA LOS DIOSES"

"Dios contra los Dioses", de Jonathan Kirsch.
(Ediciones B)
Obra muy bien escrita, de esas que se leen de un tirón. El autor nos conduce con su hilo bien tenso a lo largo de la Historia. Que arranca con Ajenatón (~1500 a.e.c., antes era común), aquel faraón a quien con razón se atribuye el primer monoteísmo que, como sabemos, terminó en fracaso por la terca obstinación interesada del clero temeroso de perder sus privilegios.
El escenario cambia hacia donde se mueve Josías (~640-609 a.e.c.), reformador de la fe del antiguo Israel, pueblo con una gran tendencia a adorar dioses ajenos, cosa insorportable para este rey autoritario, ergo, más afín al monoteísmo, y al que se considera el más importante de los reyes bíblicos.
Se continúa con el helenismo fundado por Alejandro Magno y su influencia sobre el naciente cristianismo, secta judía insignificante hasta que el emperador Constantino la aúpa con un decreto (313 d.e.c) que la tolera, como a tantas otras paganas. Este intrigante jerarca se presenta como el primer régimen totalitario de la Historia, puesto que reúne en sí los dos poderes: el temporal y el espiritual. Hay luego un intervalo en que los herederos de Constantino se baten a muerte por ascender al trono hasta que, inesperadamente, Juliano, un sobrino que ha vivido secretamente como pagano, asciende al trono. La figura de Juliano –último emperador pagano, llamado el Apóstata por sus enemigos cristianos- se describe ampliamente, así como sus esfuerzos para reinstalar el politeísmo y, con él, la tolerancia, en contraposición con el cristianismo ascendente, soberbio e intolerante, dado el carácter atribuido a su dios: el Único y el Verdadero. Desgraciadamente, este emperador perece en guerra (algunos dicen: asesinado por un soldado cristiano traidor), con lo que su breve reinado (360-363) nos deja la duda de qué habría ocurrido en la Historia de Occidente si hubiera vivido más tiempo.
Corresponderá al sucesor, Teodosio I, cerrar el círculo al decretar el cristianismo como religión oficial del Estado romano. Y, con ello, toda la intolerancia y todas las persecuciones, comenzadas. Paradójico: los cristianos pasan de ser perseguidos (aunque esto se ha exagerado convenientemente) a perseguidores de los paganos. Luego las dirigirían -¡y con qué celo- contra los propios cristianos que discrepaban con la línea ortodoxa triunfante.
El libro se completa con una cronología de hechos sobresalientes; notas relativas a los personajes mencionados y hechos importantes; notas para cada capítulo y, finalmente, una bibliografía impresionante.
La tesis básica de la obra es que con la victoria del monoteísmo sobre el politeísmo se acabó la tolerancia que siempre había caracterizado al politeísmo como religión. Aquél, considerado como oscuro; éste, como luminoso.

AC