miércoles, 7 de marzo de 2018

ASALTOS Y ASEDIOS A FORTALEZAS MEDIEVALES (I)

ASALTOS Y ASEDIOS A FORTALEZAS MEDIEVALES
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PARTE 1ª
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El asalto y asedio de fortalezas era una constante en el desarrollo de
cualquier campaña bélica durante la Edad Media (British Library).
MURALLAS Y CASTILLOS
Durante la plena Edad Media, a partir del siglo XI y sobre todo del XII, las fortificaciones y castillos alcanzaron un enorme desarrollo, construidos ya con materiales más sólidos y poderosos. Lejos quedaban las fortificaciones de madera con torres y empalizadas y las murallas de tierra de la Alta Edad Media. El uso de la piedra permite alcanzar a la muralla una gran altura, mientras se construyen torres redondas, más defensivas que las cuadradas, generalmente en las esquinas del recinto, que tienden a sobresalir de la muralla. Esta y sus torres se coronan con almenas y se llenan de troneras, aspilleras y saeteras. La Torre del Homenaje, último bastión y residencia del señor adquiere un tamaño imponente y la fortificación se rodea de un gran foso con puente levadizo que permite el acceso a una puerta fortificada, protegida con frecuecncia por una barbacana. Se crean en ocasiones dos líneas de murallas, la segunda más alta y elevada, permitiendo controlar la primera. Esas dos líneas permitían evitar los ataques por sorpresa y mantener las máquinas de asedio de los atacantes lo bastante lejos del corazón.
En el siglo XII igualmente proliferaron las ciudades encerradas en gruesas murallas de piedra, que las convierten en auténticos baluartes inconquistables. Entre los mayores recintos amurallados hoy conservados se halla el de Ávila, construido a finales del siglo XI y que tiene un perímetro de dos kilómetros y medio con 88 torreones.
Los imponentes torreones almenados marcan la imagen de la muralla 
románica de Ávila, posiblemente la mejor conservada de Europa.

MURALLAS DE AVILA

El doble recinto amurallado de Carcassonne, en el sur de Francia, es uno
de los mejores exponentes de ciudad medieval.

LA CITTE , ( Carcassone ) FRANCE


LA NEGOCIACIÓN Y LA CONQUISTA POR SORPRESA
Tomar una plaza fuerte, ya fuera una ciudad amurallada o un castillo, resultaba una labor muy difícil. Por lo general, en un primer momento se buscaba una rendición negociada, que resultaba bastante frecuente, especialmente cuando los defensores estaban en franca minoría o no tenían la esperanza de recibir ayuda. Después de ser atacada la fortaleza o iniciado un largo asedio, la negociación se intentaba de nuevo repetidamente, no olvidemos que el asedio era algo a evitar, porque resultaba muy caro y requería de enormes recursos militares y mucho tiempo.
Si la negociación no funcionaba se iniciaban las operaciones militares, que en las partidas del rey castellano Alfonso X el Sabio se dividían en conquista "a furto", "a fuerza" y "por cerco".
GERALDO SEMPAVOR
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La conquista "a furto" hacía referencia a un golpe de mano, un ataque rápido y por sorpresa protagonizado por pocos hombres muy bien preparados -hoy hablaríamos de "tropa de élite"- que tenían poco tiempo para actuar, ayudados por la suerte, las condiciones ambientales propicias -niebla, lluvia, etc.- y la falta de previsión del defensor, lo que les posibilitaría hacerse con puntos claves de la fortaleza y permitir la entrada del enemigo. Un ejemplo cercano en este sentido fue la actividad de uno de los más legendarios guerreros medievales de la Reconquista peninsular, el portugués Geraldo Sempavor, que con sus mercenarios y aventureros tomó las más difíciles fortalezas y castillos en el Alentejo y Extremadura: suya fue la toma de Trujillo, Montánchez y Cáceres o ciudades portuguesas como Beja o Évora. Sus golpes de mano y por sorpresa eran legendarios como así lo mencionan los cronistas.
GERALDO DE SEMPAVOR

El cronista Ibn Sahib al Salah describe vivamente su estrategia: "...caminaba en noches lluviosas y muy oscuras, de fuerte viento y nieve, hacia las ciudades y había preparado sus instrumentos de escalas de madera muy largas, que sobrepasen el muro de la ciudad, aplicaba aquellas escaleras al costado de la torre y subía por ellas el primero, hasta la torre y cogía al centinela y le decía: Grita como es tu costumbre, para que no le sintiese la gente. Cuando se había completado la subida de su grupo a lo más alto del muro de la ciudad, gritaban en su lengua con un alarido execrable, y entraban en la ciudad y combatían al que encontraban y le robaban y cogían a todos los que había en ella cautivos y prisioneros".
En ocasiones ese golpe de mano era posible por el uso de métodos deshonestos como el recurso a espías o a la traición, al recurrir a algún caballero que se unía desde dentro a los asaltantes por despecho o soborno.
A veces se recurría a auténticas estratagemas como en la toma del famoso krak de los caballeros, posiblemente el castillo más inexpugnable hoy conservado, una enorme fortaleza construida en Oriente próximo por los cruzados y ocupada por la Orden Hospitalaria de los Caballeros de San Juan. Resultó una fortaleza inconquistable, con su doble muralla, que resistió muchos asedios musulmanes y que ni siquiera el gran caudillo árabe Saladino pudo conquistar. En 1271, cuando ya el poder de los cruzados estaba en decadencia, el sultán Beibars rodeó el castillo y logró sobrepasar la primera línea de murallas, las exteriores. Pero las torres y el talud interior se le resistían, aunque en su interior no había más de doscientos caballeros. La ayuda no llegaba pero los caballeros podían haber resistido varios meses. Beibars utilizó entonces una estratagema: hizo llegar a los caballeros del castillo una carta firmada supuestamente por el maestre de la Orden del Hospital, donde se ordenaba la rendición de la guarnición ante la imposibilidad de ayudar a sus defensores. Los caballeros se rindieron, recibiendo un salvoconducto para llegar a la costa, dejando atrás la fortaleza que habían ocupado durante más de cien años.
La inconfundible imagen del Krak de los Caballeros, la más formidable 
fortaleza de los cruzados en Tierra Santa.

KRAK DE LOS CABALLEROS

LA CONQUISTA POR LA FUERZA: EL ASALTO
Si el ataque por sorpresa no era posible en ese momento y las negociaciones no triunfaban se valoraba la posibilidad de un asalto a la fortaleza, es la conquista "a fuerza". Si era repelido o se consideraba demasiado costoso o arriesgado, comenzaba entonces el asedio y se impedía la salida del castillo. La conquista "a fuerza" implicaba siempre una superioridad total de las fuerzas atacantes, que sabían que en el asalto iban a tener un número elevado de muertos y heridos, ya que los defensores contarían con enormes ventajas. Las murallas y castillos suelen estar en posiciones más elevadas, con torres defensivas y las puertas y accesos estaban fuertemente defendidos. Lo normal es que los asaltos y la conquista a fuerza fracasaran, porque además los defensores estaban ya preparados de antemano: los fosos se habían limpiado y las murallas habían sido reforzadas, habiéndose talado los bosques cercanos para impedir la protección del enemigo.

A pesar de todo, incluso la conquista a fuerza terminaba con frecuencia en una negociación como la que ocurrió en el sitio de Jerusalén, mostrado en la película "El reino de los cielos" de Readly Scott. En septiembre de 1187 la Ciudad Santa se rendía tras días de continuos asaltos a sus murallas por parte del gran Saladino. Baliam, defensor de Jerusalén, tras rechazar con enormes dificultades al ejército musulmán y al límite de sus fuerzas, optó por negociar la rendición, arduas negociaciones permitieron salvar la ciudad del exterminio y conseguir un rescate aceptable para parte de la población, que pudo ser evacuada.
En el asalto de la fortaleza o la ciudad fortificada el objetivo fundamental era superar el gran obstáculo que suponían las murallas. En este sentido se desarrollaron técnicas y estrategias estructuradas entorno a las máquinas y armas de asedio.

Las murallas podían ser superadas por la parte superior, para ello se podían utilizar escalas y escaleras gigantes por las que trepaban los soldados, tremendamente expuestos a los defensores, que les lanzaban aceite hirviendo, piedras, flechas y lanzas y que les esperaban en las almenas en posición de absoluta superioridad. Estaban hechas de madera con ganchos metálicos en la parte superior para anclarse a las almenas y se lanzaban muchas a la vez para poder tener algún éxito y tratar de desbordar al defensor. Otra forma era el recurso a torres de asedio, las mayores máquinas militares empleadas en la Edad Media. Su construcción, preparación y desplazamiento era lenta y laboriosa por lo que tenían el inconveniente de que el enemigo las esperaba bien pertrechado, lo que provocaba enormes pérdidas en los soldados que en ella estaban. Se trataba de una torre móvil de gran tamaño y peso. Construida en madera, su altura debía ser superior o igual a la muralla atacada para poder acceder a ella. Se desplazaba sobre ruedas, con la fuerza de sus ocupantes o a través de grandes poleas, debiendo ser allanado el terreno previamente. Una vez cerca de la muralla se lanzaba una plancha por la que los soldados atacantes se lanzaban sobre los defensores buscando la lucha cuerpo a cuerpo. Los defensores lanzaban sobre ella proyectiles e intentaban incendiarla, por lo que se encontraba protegida por pieles húmedas para evitarlo.

ASEDIO DESDE TORRE DE ASALTO
Las murallas también podían ser superadas por la parte inferior a través de las técnicas de minado. Se excavaban los cimientos de la muralla provocando su derrumbe o se trazaban túneles que permitían acceder al interior de la fortaleza. Era un trabajo duro y laborioso que requería mucho esfuerzo y tiempo.
Un pasadizo cubierto protegía el acceso de los zapadores a la base de la
muralla para su minado.
En otras ocasiones, se trataba de derribar o abrir una brecha en la muralla. preferiblemente en algún punto débil o un acceso o puerta. Para ello se utilizaban máquinas de golpeo o arietes y piezas de artillería que lanzaban proyectiles, generalmente grandes piedras.
ARIETE CON CUBIERTA

Los arietes más simples y primitivos eran grandes troncos de madera impulsados manualmente por soldados que los estrellaban contra el objetivo, puerta o muro. Pero a lo largo de la Edad Media se les añadió un extremo puntiagudo de hierro, y se le cubrió de un entrmado de madera a modo de tejado colocado sobre ruedas, lo que le protegía de las armas del enemigo que arreciaban desde arriba en el momento de entrar en acción. El tronco colgaba del techo con cadenas o cuerdas, permitiendo el balanceo que ayudaba a impactar sobre la muralla como si fuera un péndulo.

En cuanto a las armas que lanzaban proyectiles, la más pequeña era la balista, una especie de ballesta gigante sobre un trípode que lanzaba grandes jabalinas sobre los defensores. El mangonel era una especie de catapulta con un brazo con forma de cuchara donde se depositaba el proyectil. Pero el mayor de todos y también el más potente fue el trebuchet o trabuquete, capaz de lanzar proyectiles de piedra a más de doscientos metros con una fuerza desconocida. Se utilizaba sobre todo contra los muros macizos y era capaz de dañarlos seriamente. Era la más temida y equilibró la lucha entre atacantes y defensores, reduciendo mucho la ventaja de los segundos. Resulta inconfundible por su largo brazo en cuyo extremo estaba la eslinga donde se ponía el proyectil, que se tensaba hacia atrás con un contrapeso de gran tamaño. Cuando se soltaba el brazo el proyectil era lanzado con enorme violencia hacia delante.
BALISTA

Trabuquete medieval.
Al final de la Edad Media la introducción de los cañones de asalto, con pólvora, cambio las formas de hacer la guerra y el ataque a plazas fuertes, y definitivamente fue marcando el desequilibrio entre defensores y atacantes. Las murallas se reforzaron, pero los atacantes vieron aumentar enormemente sus posibilidades de vencer. Aparecieron por primera vez en siglo XIV y el rey inglés Eduardo III los utilizó en el asedio de Calais. Pero fue a partir del siglo XV cuando ganaron en eficiencia y potencia. Estaban construidos de hierro fundido y se situaban sobre distintos soportes.



TRABUQUETE


 La caída de Constantinopla en 1453, tras ser sometida a un duro asedio por los turcos, no hubiera sido posible sin el uso de cañones de gran tamaño y potencia, como la gran bombarda turca, que desequilibró las fuerzas a favor de los atacantes. Las formidables murallas de Constantinopla, uno de los mayores alardes de la ingeniería militar de todos los tiempos, no estaban preparadas para hacer frente a la potencia de fuego de semejantes armas.

          

LOMBARDA TURCA
(Continuará...)

ECV