jueves, 15 de febrero de 2018

NACIMIENTO DEL REY JAIME I EL CONQUISTADOR

Las crónicas de la época narran la poca afección que el rey Pedro II de Aragón, apodado el Católico, tenía por su mujer, María de Montpellier. El propio Jaime, en su Libro de los hechos ya relata como “nuestro padre, el rey don Pedro, no quería ver a nuestra madre”.
Según cuenta la leyenda, los nobles aragoneses, preocupados por la sucesión de la corona se vieron obligados a urdir un plan para que el rey engendrase un heredero.
Pedro II el Católico no se mostraba especialmente entusiasmado con su esposa María de Montpellier, renunciando a tener relaciones íntimas con ella. Así lo cuenta la historia que narra el engaño al que fue sometido el rey para paliar este asunto: mientras el rey estaba durmiendo en su aposento, esperando a su habitual amante, un cortejo de religiosos, nobles y notarios acompañaron a María a la habitación de Pedro, y mientras ella se deslizaba de manera furtiva en la cama del monarca, haciéndole creer que era su amante, el resto de la comitiva se quedó toda la noche rezando en la puerta. Cuando los primeros rayos de luz del alba comenzaron a entrar en la estancia, el rey se percató del cambio de acompañante, y saltó enojado del lecho dando unos gritos desmesurados. En ese instante, todos los que esperaban fuera entraron, y le hicieron ver al rey que Dios había querido que las cosas fueran de esa forma, lo cual parece que convenció al católico Pedro. Después de haber mantenido relaciones carnales con su propia esposa sin saberlo, y descubrir el engaño, abandonó el palacio para no volver jamás.
El nombre de Jaime I lo eligió su madre, que encendiendo doce velas con los nombres de los apóstoles, escogió aquella que se apagara la última que resultó ser la de Santiago, que también quiere decir Jaime.
Así pues, un 2 de febrero de 1208, nacía en el palacio de Tornamira, en Montpellier, el niño bautizado en la iglesia de Notre Dame des Tables, que un día sería coronado, tras superar situaciones adversas de todo tipo, como Jaume I, que por sus hechos recibiría el título de Conquistador.