jueves, 22 de febrero de 2018

LOS CABALLEROS MEDIEVALES, ENTRE LA RELIGIÓN Y LA GUERRA

La Edad Media, un periodo histórico lleno de leyendas que a veces entorpecen su comprensión. Una de las figuras que siempre relacionamos con el Medioevo es un caballero a lomos de un poderoso caballo de guerra, pertrechado con una reluciente armadura. Curiosamente los caballeros se vendían a aquel que mejor pagara sus servicios. Se fueron reconvirtiendo en señores feudales o pasaron a engrosar sus huestes, hasta formar parte de la nobleza. Deviene de la voz francesa chevalerie, que procede del latín caballarius, cuya acepción es tanto para la condición de caballero como se aplica también a las gestas de la caballería.
El origen de los caballeros es bastante confuso, se puede rastrear en las leyendas de los guerreros del norte de Europa, como germanos y escandinavos, en las leyendas celtas e irlandesas. Incluso en los héroes mitológicos de la Antigüedad, que se entremezclan con los guerreros idealizados en el tiempo. Les nombramos algunos que seguro recuerdan como Arturo, Perseo, Aquiles, Ulises, Héctor, Aníbal, César, Alejandro Magno, San Jorge… todos caballeros protagonistas de grandes epopeyas. Pero dejando de lado las leyendas, hubo un hecho que propicio su aparición, y fue la caída del poderoso Imperio romano, el de Occidente en el siglo V, hacia el año 476. Entre esta fecha y principios del siglo XI es cuando se van formando los primeros caballeros, hasta convertirse en una categoría social diferenciada.
Europa por llamarlo de alguna manera estaba muy revuelta, más bien patas arriba. Es la época que muchos historiadores denominan de desgobierno y anarquía. Las guerras eran continuas, los reyes no eran tales, y los nobles se hacían fuertes en sus feudos. Por si esto fuera poco los vikingos realizaban repetidas invasiones por el norte, mientras que los árabes y magiares hacían lo propio por el este. Era un estado de guerra de todos contra todos. En esa situación unos hombres con caballos y con armas eran un bien muy valioso. El vocablo caballero al principio tenía una connotación peyorativa, se les asociaba con el desorden reinante. Pero hay un elemento que cambia esta concepción y es el vasallaje, que es cuando algunos caballeros luchan a las órdenes de un señor, protegen y ensanchan sus posesiones además de velar por la paz.

El sistema feudal divide la sociedad en tres estamentos o clases: el clero y la nobleza, a la que pertenecen los monarcas, señores y los caballeros. El último estamento es el tercer estado, que aglutinaba a los campesinos, artesanos y comerciantes. Es decir los que rezan, oratores, los que combaten, bellatores y por último los que trabajan, laboratores.
El papel de la Iglesia fue relevante, ya que fomentó la creación de órdenes que empuñaban la espada y la cruz al mismo tiempo, como los caballeros templarios, hospitalarios y teutónicos. Además dirimió las normas de conducta de los caballeros, creo un rito litúrgico cristiano (que por cierto venía de prácticas paganas como eran las iniciaciones viriles de los pueblos germanos y las de los equites romanos). Era la investidura como caballeros, tenían que velar sus armas, y la Iglesia les imponía sus deberes. A todo esto hay que ligar la empresa más santa de la Iglesia, que fueron las cruzadas, y el fin supremo la conquista de Jerusalén. De paso alejaban las guerras de su territorio, así los reyes y sus caballeros guerreaban contra los enemigos de la cristiandad.
Al margen de la Iglesia la caballería era una forma de vida, que se fue idealizando a través de la literatura. Los caballeros se convirtieron en modelos de conducta a seguir, a esa idealización contribuyeron los romances, los poemas épicos y los cantares de gesta como, La canción de Roldán o El cantar de mío Cid. Nombrar también el ciclo Fenian, El cantar de Beowulf, La canción de los Nibelungos, sin olvidar la más famosa epopeya que toma forma en el ciclo artúrico, sobre todo por Chrétien de Troyes, que es el autor de Lanzarote, o el caballero de la carreta, Tirant lo Blanch, Amadís de Gaula. Para los caballeros era importante el valor, además de realizar hazañas memorables. Otra de sus cualidades indispensables era la lealtad a su señor, también se valoraba la generosidad, pero sobre todas ellas sobresalía el honor que era su bien más preciado. Las novelas de caballería se encargaron de exaltar las acciones de los caballeros.
A partir de los siglos XII y XIII los caballeros se identifican claramente con la nobleza. Se convierte en hereditaria, lo que da lugar a la búsqueda de antepasados célebres. Lo que provoca que el ideal caballeresco se prolongue más allá de la Edad Media. Caballero no podía ser cualquiera, necesitaban medios económicos altos, necesitaban caballos, equipaje, armas, escuderos, sirvientes. En un principio el atuendo del caballero era un traje completo de cota de malla y el yelmo, pero fue variando hasta la armadura que conocemos. El caballo también llevaba la suya, lo que a veces hacía que fuera un objetivo fácil en la batalla. Por otra parte los caballeros se ejercitaban también con la caza, con los torneos, las justas y los pasos de armas, después se les compensaba con premios y un gran banquete.
No vamos a dejar de lado en este artículo el amor cortés, curiosamente los rudos caballeros se volvían más delicados cuando tenían que tratar con damas. En las cortes donde gobernaban las mujeres lo sutil cobraba vida, eran protectoras de las artes, la música y los trovadores eran indispensables, los caballeros se refinaban para poder participar de ese ambiente. El amor cortés era otra idealización, se daba por ejemplo cuando un caballero se proclamaba vasallo de una dama. A partir de ese momento su honor era su bandera, y todo lo que hacía estaba supeditado a halagar a la dama, que le entregaba una prenda que el caballero lucía con orgullo a la vista de todos. Entre ellos se establecía una especie de amor platónico, muchas veces las damas elegidas eran las mujeres de sus señores. Las historias de amor hacían soñar, como la de Tristán e Isolda, la nobleza de los personajes y la belleza estaban garantizadas.


JMZ