De entre todos los ataques de Almanzor (caudillo del califato de Córdoba) en la Península Ibérica, el más sonado tuvo lugar en el año 997 d.C. Esta vez el objetivo eran las tierras del noroeste peninsular y principalmente Santiago de Compostela, símbolo de la cristiandad en ese momento. El 3 de Julio del 997,Almanzor partió de Córdoba al frente de su caballería. La expedición se reforzó en Viseo, recibiendo el aporte de muchos condes vasallos. En Oporto (Portugal) se le unió la infantería que había hecho el viaje por mar. Finalmente y tras arrasar Padrón, llegó a Santiago de Compostela, que pudo tomar gracias a estar despoblada.
Así, en el verano de 997, el ejército del caudillo Almanzor asoló la ciudad de Santiago de Compostela. Quemó templos y destruyó todo a su paso, respetando solo la tumba del apóstol Santiago. Y aquí es donde dice la leyenda que los prisioneros cristianos fueron obligados a cargar con las campanas del templo de Santiago hasta Córdoba, donde fueron empleadas como lámparas de la nueva ampliación de la Mezquita, dándoles la vuelta sobre unos trípodes y llenándolas de aceite. También entre la tradición y la realidad, se dice que las campanas regresaron de forma idéntica a Santiago, dos siglos y medio después, está vez a manos de prisioneros musulmanes capturados por Fernando III «El Santo».
AC
