miércoles, 10 de enero de 2018

TAROT Y DEIDADES

Las deidades femeninas de los innumerables panteones tradicionales están presentes en los arcanos del Tarot: Atenea-Minerva, diosa de la Sabiduría y la Inteligencia, Afrodita-Venus, diosa del Amor y la Belleza, Deméter-Ceres, diosa de la Naturaleza, la fertilidad y la fecundidad y su hija Proserpina-Perséfone, relacionada con la muerte y la regeneración. Artemisa-Diana, vinculada con la virginidad y la castidad, las Erinias-Furias con la justicia y la venganza, así como las Horas con el orden social y el de las estaciones. No olvidemos a Mnemosine, deidad de la memoria, el recuerdo y la anamnesis y sus nueve hijas las Musas, diosas de la inspiración poética, la música, la danza y la historia. Y las Ninfas, representantes de la vitalidad y la fecundidad, o las Sirenas relacionadas con la música de las esferas y también con la distracción. Hera, patrona del matrimonio, las Tres Gracias, estandartes de la Belleza, el Amor y el Placer, Tique o la Fortuna, y por supuesto Hestia, la que mantiene la llama del hogar siempre prendida.
Juguemos a reconocerlas en los Arcanos Mayores del Tarot, y sobre todo a verlas como espejos de realidades que nos conforman y que con nuestros gestos y existencias recreamos... Energías que por otro lado no sólo se expresan en su faceta positiva, luminosa y constructiva sino también en la inversa, oscura, negativa y destructiva.
En los Arcanos Menores, cada uno de los palos está en correspondencia con uno de los cuatro planos en los que simbólicamente se estructura la jerarquía del Universo, tanto en su faceta macro como microcósmica. Así los bastos simbolizan la realidad más alta, la de la ontología, el ser en sí mismo o el Espíritu, también vinculado con el elemento fuego. El mundo intermediario del Alma está representado en su faceta superior por las Espadas, asociadas a las ideas arquetípicas, a la mente y al elemento aire, y en su aspecto inferior se lo representa por las Copas, en correspondencia con el agua y el psiquismo individual y denso. Finalmente el plano de la realidad concreta, material o corporal, la tierra en la que coagulan las energías de los mundos superiores, se expresa por los Oros.
Son muchas las lecturas de esta simbólica de la jerarquía, y una de ellas, que no se contradice con otras que aquí no podemos tratar, es la que contempla al mundo del Espíritu (Bastos) como masculino y derramando sobre los tres planos inferiores femeninos todas sus semillas cósmicas, los cuales las acogen, y como si de matrices se trataran, gestan y generan las respectivas producciones propias de su nivel: en el del Alma superior (Espadas), las ideas arquetípicas, en el del Alma inferior (Copas) las formaciones sutiles y en el de la tierra (Oros), las concreciones materiales, y todo ello en simultaneidad.
Pero además, dentro del mundo del Alma se reproduce este modelo, pues lo jerárquicamente superior, el Alma en su faceta más alta, está representada por las Espadas, un símbolo axial y viril, guerrero, positivo y masculino, presto a rasgar los velos que hacen posible la circulación de las energías por todo el universo. Y en complementariedad, el Alma inferior se figura con las Copas, símbolo asociado a lo femenino, al receptáculo, al envase vacío que recibe todos esos influjos de lo alto. Espadas y Copas denotan el carácter andrógino del Alma, o sea que ésta es a la vez yin y yang , activa y pasiva; atrae, recibe, concibe, reproduce, alumbra, destruye y devuelve.
Y no podemos abordar la simbólica que imprime cada una de las numeraciones del 1 al 10 en los respectivos palos, pero sí enunciar que según la tradición pitagórica los números a partir del 2 son sexuados por lo que masculino y femenino se trenzan en el decálogo de cartas de cada color, ampliando las posibilidades de intelección de la realidad interna sexuada del Cosmos.
Siguiendo con la combinatoria universal que es posible explorar a través de este juego de 78 dígitos, nos fijamos en los 16 Arcanos de la Corte, donde hay cuatro personajes femeninos por excelencia, las Reinas correspondientes a Bastos, Espadas, Copas y Oros. Rey, Reina, Caballero y Paje se relacionan respectivamente con Espíritu, Alma superior, Alma inferior y Cuerpo. Y dado que todo esté en todo, la Reina de Bastos es la presencia del Alma Superior dentro del mundo del Espíritu, la Reina de Espadas es el Alma superior en sí misma, la Reina de Copas es esa misma Alma superior influyendo en el seno del alma inferior y la Reina de Oros es la simbólica del Alma superior en el mundo de la concreción material.
A su vez, la Reina cohabita en cada plano con el Rey, el Caballero y el Paje, dándose una constante interpenetración entre lo simbolizado por cada uno de los cuatro personajes. Rey y Reina son esposos; el Caballero siempre orienta su corazón a la conquista de su amada, que en cierto sentido es también la Reina, y el Paje es su fiel servidor, y siempre se somete a ella.
Estas son algunas de las simbólicas que se desvelan cuando se trabaja con el libro del Tarot, con este pequeño pantáculo del mundo que contiene las indefinidas analogías que se establecen entre todos los planos verticales y sus expansiones horizontales, donde siempre aparece un principio masculino y otro femenino que no dejan de estar en compenetración, uniéndose o separándose, influyéndose mutuamente, trenzando y destrenzando un equilibrio, el cósmico, que es fruto de la constante tensión entre dos polos. Sin el binario el universo no sería; la del binario es una ley universal, pero no se trata de un "uno" y un "otro" irreconciliables, sino de las dos facetas del Uno y único. Hay que destruir esa corriente mortífera del dualismo impresa en la conciencia del mundo moderno y recuperar la de la Unidad del Cosmos y todo lo que lo conforma.”