sábado, 13 de enero de 2018

MERLÍN

La leyenda de Merlín viene de dos fuentes históricas fundamentales: La tradición de Lailoken y la historia de Ambrosio el Niño.
Lailoken era un bardo y poeta que vivía en Strathclyde (suroeste de Escocia), y era un importante consejero del rey bretón Gwenddolau. Cuando su señor fue derrotado y muerto en la batalla de Arfderydd (actual Arthuret) en el año 574, se sumergió en la locura y abandonó la civilización. Huyó a los bosques de Celidon donde pasó tres días sollozando y allí se dedicó a profetizar en compañía de un lobo. Así relata la tradición su historia:
Lloró durante tres días y rechazó todo alimento, ¡así de grande era el dolor que le consumía! Fuera de sí, alzó su voz en el aire y tras ello, sin ser visto, huyó a los bosques. Así es como hizo su entrada en Celidon y era feliz de vivir entre los fresnos, y se asombró al ver a los animales salvajes viviendo en los claros. Bien pronto dejó de temerlos y comenzó a frecuentarlos. Se alimentaba de plantas silvestres y de sus raíces, gustaba de los frutos de los arbustos. Se convirtió en un iniciado de los bosques.
La leyenda de Lailoken fue transportada a Gales donde el personaje tomó el nombre de Myrddin. Se trata de un mito pancéltico que está presente también en Irlanda, lugar en el que los ciclos mitológicos recogen la historia del bardo Suibhne.
La otra fuente del mito lo constituye la figura de Ambrosio el Niño quien profetizó en la fortaleza de Dinas Emrys la victoria del dragón blanco (que representaba a los sajones) sobre el dragón rojo (emblema de los Pendragon y aún hoy símbolo nacional galés). Cabe aclarar que el Ambrosio histórico nada tuvo que ver con el rey Arturo, y que fue en realidad Geoffrey de Monmouth quien pone esas palabras en su boca.
La forma actual del nombre Merlín fue fijada por el cronista galés Geoffrey de Monmouth, que alteró el original galés para evitar resonancias con el francés merde (mierda).