martes, 30 de enero de 2018

LAS ALMUNIAS

Las almunias eran residencias campestres, a veces verdaderos palacios, situados a las afueras de la ciudad. No eran sólo grandes fincas de recreo rodeadas de extensos jardines bien irrigados, sino también importantes explotaciones agrícolas o ganaderas que producían cuantiosos beneficios al propietario. Una de las más antiguas de Córdoba era la almunia al-Rusafa, edificada por el emir Abd al-Rahman I (756-788) al norte de la capital. En ella, según las fuentes, se plantaron plantas exóticas y árboles traídos de Siria y otras regiones por los agentes del emir, entre ellos una palmera y unos granados que daban gruesos frutos, variedad que fue conocida desde entonces como granada rusafí, por proceder de la Rusafa siria, o granada safarí, en recuerdo de Safar, la persona que, al parecer, la introdujo en la provincia de Málaga. Esas nuevas especies, incluida dicha granada, se aclimataron en esta almunia y después se expandieron por la Península.
MINIATURA DEL MANUSCRITO DE 
LA HISTORIA DE BAYAD Y RIYAD, AL ÁNDALUS (S. XIII) 
BIBLIOTECA APOSTÓLICA VATICANA, ROMA
Otra almunia muy famosa fue la de al-Na‘ura o de la Noria, construida por el emir Abd Allah (888-912). Ésta fue ampliada y embellecida en el siglo X por Abd al-Rahman III, que la convirtió en su residencia preferida antes de construir Madinat al-Zahra’. Pertenecían a ella los restos encontrados por D. Félix Hernández en 1957 en el Cortijo del Alcaide y otros encontrados recientemente cerca de allí. Sus jardines estaban irrigados por el agua que una gran noria extraía del Guadalquivir.
El mismo emir construyó la almunia al-Nasr o de la Victoria, situada asimismo junto al río. Toda la orilla estaba plantada de olivos y servía de paseo a los elegantes, según las fuentes: «siempre había gente paseando bajo las sombras de los árboles por la frescura del lugar».
Durri el Chico, el fatá o gran oficial de origen esclavo de al-Hakam II, construyó una almunia llamada al-Rumaniyya, que regaló luego al califa al-Hakam (en 973). Según los autores árabes, ésta había sido una «creación personal suya, su lugar de retiro y la inversión de todo su caudal».
«Había llegado en ella al colmo de la perfección», era tan bella y bien dispuesta que el califa acudía allí con frecuencia. Poseía jardines bien regados y tierras de labor que reportaban al fatá pingües beneficios. Las ruinas de esta almunia fueron excavadas en 1910 por D. Ricardo Velázquez Bosco y destruidas más tarde por las obras de un cortijo. Ocupaba un área de 4 hectáreas a los pies de la Sierra de Córdoba, al oeste de Madinat al-Zahra’. Se niveló el terreno mediante terrazas y se situó en la más alta el edificio residencial, cuya estructura era más modesta pero similar al de Madinat al-Zahra’, y bajo ella una gran alberca de la que aún se conservan parte de los muros perimetrales. Otra almunia ha sido localizada en la finca de Turruñuelos, al noroeste de Córdoba, con nada menos que once hectáreas y media de extensión.
MINIATURA DEL MANUSCRITO DE 
LA HISTORIA DE BAYAD Y RIYAD, AL ÁNDALUS (S. XIII) 
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Las grandes mansiones del interior de la ciudad también poseían sus jardines, que hoy podemos imaginar gracias a un relato de Ibn Hazm en su obra titulada El collar de la paloma. En unas líneas recuerda una fiesta familiar que se celebró en sus casas del arrabal oriental de Córdoba. Las mujeres pasaron el día en casa y por la tarde se trasladaron a un torreón que había en la finca y que hacía las veces de mirador. Poseía éste unos ventanales con celosías o ajimeces desde los que se dominaba el jardín de la casa y se podía divisar toda Córdoba y su vega. Tras contemplar el paisaje, las mujeres bajaron al jardín, donde las más ancianas pidieron a una joven esclava que cantara acompañada del laúd. La contemplación de la naturaleza era uno de los placeres más arraigados en la sociedad andalusí, así lo demuestra este relato y también la organización de los jardines de la ciudad palatina de Madinat al-Zahra’.
Fuentes CVC