viernes, 12 de enero de 2018

LA ROSSLYN HISPANA

Al norte de la comarca del Maestrazgo, en la provincia de Teruel, se encuentra uno de los pueblos más interesantes de la geografía europea relacionada con los templarios. Se trata de Bordón, pequeño núcleo de 115 habitantes, cuyas casas están acurrucadas, a modo de pesebre, en torno a su iglesia parroquial. Esta iglesia, levantada sobre un cruce de cinco venas de energía telúrica, está relacionada con el fortuito hallazgo de un pastor de una Virgen negra, en el interior del tronco de una encina; por ello se la bautizó con el nombre de “Nuestra Señora de la Carrasca”. Cuenta la leyenda que, ante el repetido intento de trasladar la imagen al vecino pueblo de Castellote –que es donde se hallaba la encomienda del Temple- y de regresar siempre milagrosamente al punto de partida, las gentes no dudaron en levantar, a iniciativa de los templarios, junto al árbol sagrado una modesta ermita que luego se convertiría en la iglesia que vemos en nuestros días. Era el año 1212. La imagen actual, que domina el altar mayor, es una réplica, porque la original fue destruida en 1936 durante la Guerra Civil española.
Numerosos historiadores e investigadores coinciden en llamar a la iglesia de Bordón la Rosslyn hispana. Son numerosos los elementos esotéricos que flotan en la atmósfera de esta iglesia. Partiendo de que se construyó sobre cinco venas de energía telúrica; una de las más altas del mundo. A comienzos del siglo XIV los templarios, conscientes de la fuerza y energía del lugar cuando construían la actual iglesia, desplegaron en Bordón una frenética actividad cultural, decorando el interior con unas pinturas que conmueven y sobrecogen todavía más a medida que vamos interpretando sus símbolos. Por sus singulares características, muchos de estos símbolos guardan unas estrechas analogías con los existentes en la capilla escocesa de Rosslyn.
Las paredes y el cielo de la bóveda de la iglesia de Bordón están decorados con extraños frescos que, observados de forma general, no llaman la atención, pero que, analizados individualmente, parecen querer desvelar y mostrar a quien desea ver lo que podría haber sido una guía esotérica para alcanzar un tipo de trance.
La etapa siguiente, la partida del viaje, es más compleja. Sabemos que en algunas religiones y culturas se utilizan sustancias alucinógenas. Sin embargo, otro de los disparadores de este trance es la utilización de sonidos. ¿Pero qué sonidos son los más favorables para conseguir este estado?
Existen determinadas frecuencias audibles que desatan estos estados de tensión en nuestro organismo. Estas frecuencias tienen otra particularidad: aplicadas a una lámina metálica cubierta por fino polvo, forman unas figuras geométricas, denominadas figuras de Chladni en honor al físico alemán Ernst Chladni (1756-1827), considerado el fundador de la acústica y de la investigación moderna de los meteoritos. Este científico, formado en la universidad de Leipzig, fue el pionero en aplicar los patrones geométricos formados en una fina base de arena, depositada sobre una placa de vidrio o metal, vibrando a frecuencias diferentes, para conseguir las llamadas “figuras de Chladni”; placas que constituyen toda una experiencia que permite visualizar ondas sonoras sobre un material, consecuencia de estas vibraciones que se transmiten por una placa metálica.
Precisamente, en la zona izquierda del interior de la bóveda de la iglesia de Bordón aparece representada una imagen que podría estar relacionada con los efectos de unas ondas sonoras, consecuencia de las vibraciones de una lámina metálica envuelta en polvo blanco. Al igual que en la capilla escocesa, una imagen nos da la pista de cómo deben interpretarse estos símbolos pictóricos; si en Rosslyn es un ángel, el que nos da la clave para alcanzar esta dimensión, y también la representación del maíz, alimento que nos llegó de América, como todos sabemos, en Bordón aparece la imagen de una santa –concretamente santa Cecilia, patrona inspiradora y protectora de los músicos, cuya fiesta litúrgica se celebra el día 22 de noviembre- marcando las notas sentada ante un órgano.
Imaginemos a un grupo de monjes en el interior de la iglesia apoyados en sus reclinatorios e inmersos en un fuerte aroma de incienso en la sagrada atmósfera del templo, mientras comienzan a sentir las notas del órgano, cuyo sonoro instrumento transmite una nota larga y potente que envuelve a quienes allí se encuentran bajo una profunda meditación.
Como sabemos, estos sonidos favorecen la meditación, abriendo una ventana en las mentes de los devotos; con esta imagen, que también aparece en otro fresco pictórico, se daría paso a la meditación. Y a partir de aquí, todos los dibujos cobrarían un significado coherente. Los preciosos frescos de la iglesia de Bordón son, por lo tanto, la mejor guía para que los no iniciados pierdan el miedo a traspasar el tenebroso umbral de lo físico y alcanzar la otra dimensión, lo desconocido.
Como un pequeño Grial, estas imágenes nos envuelven en el interior del templo, esperando que las interpretaciones y la imaginación del visitante, o el devoto, busquen y encuentren un significado, o simplemente este se deleite admirando su belleza.
En la iglesia de Bordón, los caballeros iniciados del Temple interpretaron la nota del Diablo. Se trata del sonido prohibido que mantiene las cimáticas, que queda reflejado y nos permite entrar en estados alterados de conciencia cuando esa energía entra dentro de una persona iniciada.
l trítono es un sonido metálico que, en los siglos medievales, la Iglesia católica creía que, al interpretarlo, el Diablo entraba en escena, a través de un intervalo musical llamado de cuarta aumentada o de quinta disminuida. Se identificaba al trítono como “Diabolus in Musica” o la “Nota del Diablo” debido a la fuerte tensión que genera en quien la escucha, al tratarse de un sonido desagradable al oído, que impacta en el equilibrio de la persona y genera un miedo inmediato. Es preciso pensar que, en la Edad Media, artes como la escultura, la música o la pintura debían estar relacionadas con algo bello, divino, por lo que no tardó en considerarse que estos sonidos tan estridentes debían estar estrechamente relacionados con una invocación a la Bestia y la consecuencia atracción al Maligno.
Vista parcial de la fachada de la iglesia de Bordón (Teruel)
Vista parcial de la fachada de la iglesia de Bordón (Teruel)
Pero la iglesia de Bordón esconde otros muchos secretos. En la capilla de Santa Lucía, al lado de la Epístola, vemos en su clave de nervios del techo la representación de un Pantocrátor que sostiene un mapamundi, donde se muestra nítidamente esculpido el contorno del Nuevo Mundo (llama la atención que esta escultura fuera realizada a comienzos del siglo XIV); por lo tanto, cerca de dos siglos antes que Colón alcanzara las costas de América…
Ante toda esta riqueza de elementos, es fácil pensar que esta humilde iglesia, perdida entre las montañas del Maestrazgo turolense, fuese elegida por los templarios para llevar a cabo no sólo la vela de armas de sus caballeros, los cuales debían de superar las pruebas de las imágenes y de los sonidos del interior del templo; también los futuros maestros del conocimiento –magos- tenían que pasar otras pruebas, como es la del aislamiento, silencio y oscuridad dentro de una pequeña sala que, a modo de cripta aérea, se halla en el interior del campanario en la clave que domina la bóveda de piedra aparece representada la Tau, la cruz más sagrada para los templarios.
Para los amantes del esoterismo templario, recomiendo la lectura de: “La mitología templaria” (La obra más completa sobre la orden del Temple), editada en España por Diversa Ed.