( ANÉCDOTAS MEDIEVALES )
¿SABÍAS QUE ARMA FUE CONDENADA POR LA IGLESIA?
En el siglo XII, se inventó y empezó a utilizar la ballesta, se desarrolló y fue cada vez más sofisticada y aumentar su potencia de alcance o fuego.
En el siglo XII, se inventó y empezó a utilizar la ballesta, se desarrolló y fue cada vez más sofisticada y aumentar su potencia de alcance o fuego.
Su potencia y alcance llegó a ser muy considerable, en la versión más tardía, con palas de metal (el proyectil metálico perforaba una cota de malla a 150 m). Sin embargo, las versiones más antiguas y menos potentes fueron armas muy usadas.
La ballesta se podía disparar cuerpo a tierra, a pie o a caballo, y no precisaba de tanta destreza como el arco para darle al blanco.
La lentitud de recarga era su gran desventaja, ya que: mientras el ballestero disparaba un virote por minuto, en el mismo lapso un hábil y fornido arquero, con su enorme arco de 1,80/2,00 metros, lograba disparar diez flechas, a casi 300 metros de distancia.
La ballesta revolucionó las posibilidades de eliminar a los enemigos: cualquier persona inexperta, podía matar a distancia a un consumado guerrero.
Esto resultó tan amenazador, que incluso mereció que el Papa Inocencio II, en el Concilio de Letrán (año 1139), prohibiera el uso de la ballesta entre los ejércitos cristianos.
Inocencio II, en una bula papal prevenía a la cristiandad contra su empleo por “el gran peligro que representaba para la humanidad un arma semejante”.
La ballesta se podía disparar cuerpo a tierra, a pie o a caballo, y no precisaba de tanta destreza como el arco para darle al blanco.
La lentitud de recarga era su gran desventaja, ya que: mientras el ballestero disparaba un virote por minuto, en el mismo lapso un hábil y fornido arquero, con su enorme arco de 1,80/2,00 metros, lograba disparar diez flechas, a casi 300 metros de distancia.
La ballesta revolucionó las posibilidades de eliminar a los enemigos: cualquier persona inexperta, podía matar a distancia a un consumado guerrero.
Esto resultó tan amenazador, que incluso mereció que el Papa Inocencio II, en el Concilio de Letrán (año 1139), prohibiera el uso de la ballesta entre los ejércitos cristianos.
Inocencio II, en una bula papal prevenía a la cristiandad contra su empleo por “el gran peligro que representaba para la humanidad un arma semejante”.
El Papa Inocencio II, condenó su uso y la describió como “Un arma detestable para Dios e indigna para los cristianos”.
Sin embargo no sirvió de nada, ya que se siguieron usando mucho hasta finales del siglo XVI.
Sin embargo no sirvió de nada, ya que se siguieron usando mucho hasta finales del siglo XVI.
