sábado, 30 de diciembre de 2017

SANTA COLOMA DE ALBENDIEGO ( GUADALAJARA ) 30/12/17

Siempre es conveniente andar preparado, cámara en mano, cuando viajamos por tierras alcarreñas.
No nos deja de sorprender el hecho patente, de que en cualquier sitio, podemos descubrir mensajes ocultos en la piedra.
Uno de estos pequeños y misteriosos enclaves se encuentra en el valle que marca el rio Bornova,
Albendiego tiene como nombre este pequeño pueblo rodeado de pinares y que es una de las 131 aldeas que conformaban el territorio asignado a la Comunidad de villa y tierra de Atienza conforme al Fuero recibido en 1149 de manos del rey de Castilla Alfonso VII.

Paseando tranquilamente por las afueras de este tranquilo lugar de no mas de 40 habitantes, pasando por un precioso Via Crucis se encuentra la Ermita de santa Coloma
Se trata de un edificio inacabado, con añadidos del siglo XV. Así vemos que de lo primitivo queda la cabecera del templo, magnífico conjunto de ábside y dos absidiolos. El abside principal, que traduce al exterior el presbiterio y ábside internos, es semicircular, aunque con planta que tiende a lo poligonal, y divide su superficie en cinco tramos por cuatro haces de columnillas adosadas, que hubieran rematado en capiteles si la obra hubiera sido terminada completamente. En los tres tramos centrales de este ábside aparecen sendos ventanales, abocinados, con derrame interior y exterior, formados por arcos de medio punto en degradación, de gruesas molduras lisas que descansan sobre cinco columnillas a cada lado, de basas áticas y capiteles foliáceos. Llevan estas ventanas, ocupando el vano, unas caladas celosías de piedra tallada, que ofrecen magníficos dibujos y composiciones geométricas de raíz mudéjar, tres en la ventana de la derecha, cuatro en la central, y una sola en la de la izquierda, pues las otras dos que la completaban fueron destruidas o robadas. Estos detalles ornamentales mudéjares de la iglesia de Albendiego, bien conservados, demuestran el entronque con lo oriental que tiene el románico castellano. Centrando cada dibujo, se aprecia una cruz de ocho puntas, propia de la orden militar de San Juan. El resto de la cabecera del templo, ofrece a ambos lados de este ábside sendos absidiolos de planta cuadrada, en cuyos muros de bien tallada sillería aparecen ventanales consistentes en óculos moldurados con calada celosía central, también con composición geométrica y cruz de ocho puntas, escoltándose de un par de columnillas con basa y capitel foliáceo, y cobijados por arco angrelado, cuyo muñón central ofrece en sus caras laterales una bella talla de la exalfa o estrella que llaman “sello de Salomón”, lo que viene a insistir en el carácter oriental de los autores de este edificio.

Al interior aparece el arco triunfal con gran dovelaje y capiteles foliáceos, de paso al presbiterio, y el calco interno de la disposición exterior del ábside. A ambos lados del presbiterio, se abren sendos arquillos semicirculares, que dan entrada a dos capillas primitivas, escoltadas de pilares y capiteles perfectamente conservados, tenuemente iluminadas por los ventanales ajimezados del exterior. Son dos receptáculos increíbles, donde el aire misterioso, ritual y místico de la Edad Media, parece detenerse y fluir de sus piedras.
Se accede a la nave única a través de una puerta con arco gótico rebajado, y cardinas esculpidas, añadiendo algunos capiteles y adornos vegetales y geométricos. Se cobija esta puerta por pequeño atrio. A los pies del templo se alza la magnífica espadaña románica, airosa, de tres vanos, con silueta triangular muy característica. De las obras de arte que atesoraba este templo (un retablo gótico, algunas imágenes románicas) nada queda, pues la soledad del lugar ha propiciado el robo fácil.
Victor A. Padilla
Fotografías de libre difusión